Saigón y su triste historia
Ho Chi Minh, antiguamente Saigón, es la ciudad más poblada de Vietnam. Está ubicada al oeste del río Saigón y al norte del delta del Mekong. La ciudad fue renombrada Ho Chi Minh en 1975 en memoria de su dirigente comunista, tras la caída de Saigón y el posterior triunfo del norte.
La ciudad está divida en diecisiete distritos urbanos y cinco distritos rurales.
Si Hanoi me dejó asombrada por la cantidad de motocicletas que circulan por sus calles, Ho Chi Minh, no tiene nada que ver, se estima que unos siete millones de ellas recorren sus calles. El tráfico es desconcertante.
Lo primero que visitamos en el distrito 1, fue el Palacio de la Reunificación, anteriormente conocido como Palacio de la Independencia.
En la misma ubicación, entre 1868-1873 los franceses, durante su ocupación de la Conchinchina, construyeron un palacio, llamado el Palacio de Norodom. Durante la Segunda Guerra Mundial y con la invasión japonesa, el palacio se convirtió en oficinas de sus funcionarios. Tras su derrota en 1945 fue restaurado como oficina colonial de Francia. El 7 de mayo de 1954, Francia se rindió ante el Viet Minh y retiró sus tropas de Vietnam.
En 1955 Ngo Dinh Diem, se convirtió en presidente de Vietnam del Sur y le cambió el nombre a Palacio de la Independencia. En 1962 fue bombardeado por dos pilotos disidentes de la Fuerza Aérea Sur Vietnamita, quedando el ala izquierda destrozada. Diem ordenó su demolición y su nueva construcción. Las obras comenzaron en 1962, pero Diem y su hermano fueron asesinados en un golpe de estado en 1963 sin llegar a verlo terminado. Su inauguración se llevó a cabo el 31 de octubre de 1966, convirtiéndose en hogar y oficina del presidente de la Comisión Nacional del Liderazgo, Nguyen Van Thieu. El 8 de abril de 1975, en un ataque del ejército de Vietnam del Norte derribó con un tanque la puerta principal, poniendo fin a la guerra de Vietnam.
En sí, el palacio no es una gran belleza, me recordaba a las construcciones soviéticas, pero si tiene su importancia en la historia del país. En la actualidad también es un museo.
Luego nos dirigimos al noroeste del palacio, calle Dong Khoi, para visitar la Catedral Basílica de Notre Dame que se encuentra en la plaza Cong Xa Paris. Fue construida por los franceses en 1863, un edificio colonial de 58 m de altura que posee dos campanarios, su fachada está recubierta de azulejo rojo importado de Francia. Delante de la catedral hay una estatua de la virgen Santa María Reina de la Paz, realizada en Roma y llevada a Vietnam en el 1959.
Justo al lado se encuentra un bonito edificio de estilo colonial, oficina central de correos que comenzó a construirse en 1877.
Posteriormente fuimos al barrio chino de Cho Lon, que significa “gran mercado”. Está situado en el distrito 5, un poco retirado del centro.
Este barrio se remonta al año 1778, impulsado por comerciantes chinos que se instalaron allí. Los chinos monopolizaron el comercio organizándose en cinco congregaciones regionales. El barrio tiene varias pagodas, iglesias católicas y una mezquita.
Visitamos el mercado de Byn Thay, el más grande de la zona. También es conocido como Mercado Cholon Chinatown, construido en el 1880. Es un edificio de dos plantas a lo largo de la calle Thap Moui.
Lo que no encuentres aquí, ten por seguro que no lo encontrarás en Saigón, desde pescados, frutas, arroz, aves, carnes, ropa, sombreros, artesanías, lacados, etc., muchos de los puestos venden al por mayor. También es posible desayunar o almorzar en mucho de los puestos de comida que tiene. En el patio central hay un templo donde podrás ver gente haciendo sus ofrendas. Recomiendo que se visite.
Nuestro guía nos llevó a una fábrica de lacado. Ante todo tengo que comentar, que cuando visité Vietnam el regateo no se estilaba, podías pedir un pequeño descuento que normalmente estaba entre un 5% o 10%, pero si insistías en que bajasen más el precio el vendedor tajantemente te decía que no. Tampoco los guías recibían comisiones por llevarte a una tienda a comprar. Creo que las cosas han cambiando un poco.
Es muy interesante ver la elaboración de las lacas o pinturas de laca. Hoy en día se ha convertido en un importante producto de exportación. Hay dos formas de elaboración. Los lacados que encontramos en los mercadillos son de laca de barniz, que se obtiene mezclando resina de laca con aceite mu. Es más barata y de peor calidad. Sin embargo, mientras la laca pómez, es de mejor calidad y resistente. Se prepara mezclando resina de laca con resina de pino. A diferencia de la laca barniz, la laca pómez se frota y se pule con agua después de aplicarla para conseguir un acabado brillante. La laca se elabora con la resina del cay son, o árbol de la laca, que se recolecta de la misma forma que el látex. La laca de buena calidad, se vierte en un recipiente de bambú o madera y se remueve vigorosamente durante ocho o diez horas con una maja de madera, si se mueve en un recipiente de hierro o plástico, se vuelve negra.
Se han encontrado objetos de madera laqueada en tumbas que datan de los siglos III y IV.
En la fábrica veras a los trabajadores en cuclillas horas y horas mojando los tableros en agua, dejándolos secar y frotándolos con piedra pómez durante horas, son varias las capas que se aplican. Nos mostraron su elaboración desde el comienzo de su elaboración hasta el final, y si me impacto algo bastante, eran las condiciones laborales de la gente.
Al final acabamos visitando el Museo de los Vestigios de la Guerra de Vietnam.
Este museo se encuentra en la calle Võ Vãn Tán nº 28, justo detrás del Palacio de la Reunificación.
Primeramente tengo que decir que es bastante dura la visita al museo, hubo momentos en los que no pude contener las lágrimas y el estómago se me levantaba al ver algunas imágenes. Pienso que es una visita que hay que hacer, y así, realmente hacerte una idea de lo que el pueblo vietnamita sufrió, podemos ver la crueldad del ser humano y sobre todo espero que sirva para no volver a cometer tales atrocidades.
La parte exterior es donde están expuestas las piezas de artillería, tanques, aviones, maquinaria de guerra pesada, ect, que fueron capturadas al ejército americano por el Vietcong. También hay una exposición de los elementos de torturas que utilizaron con los vietnamitas, cabe destacar por su crudeza las Tiger cages, unos rectángulos hechos de alambre de espino donde introducían a los presos y donde solo podían estar tumbados sin poder moverse.
En el edificio, en la planta baja es donde tienes toda la información para puedas comprender mejor su historia, como comunicados de prensa de todo el mundo de antes y después del conflicto.
La primera planta es la que realmente hace que te estremezca. En una zona está expuesta las atrocidades de la guerra, entre ellas la famosa foto de Nick Ut, que ganaría el premio Pulitzer, donde la niña de nueve años, Kim Phuc, corre desnuda por el lanzamiento de gas naranja que le quemó la ropa y su espalda. Kim Phuc, fue sometida a 17 intervenciones y tuvo que estar 14 meses en un hospital. Hoy reside en Canadá, donde pidió asilo, está casada y tiene cuatro hijos. Otras de las espeluznantes fotos son de la matanza de My Lai, una aldea cerca de My Son, donde los americanos asesinaron un pueblo entero de unas 600 personas. Nuestro guía nos los explicó cuando visitamos el Santuario de My Son.
Otra parte explica la utilización del agente naranja, un herbicida y defoliante que utilizaron los militares estadounidenses como parte de su programa de guerra química. A parte de toda la gente que murió abrasada por este gas, lo peor son las secuelas que ha dejado en la población, como malformaciones en los hijos, campos arrasados y contaminados, llevando las lluvias el gas naranja a los ríos.
La visita hizo que en todo el día no se mi borrasen las horripilantes imágenes, me costaba creer como un pueblo tan amable y hospitalario como el vietnamita se le pudiese infligir tal castigo. No fui capaz de hacer fotografías, solo dos en el exterior.
El día fue muy completo. Nos fuimos al Hotel Legend Saigón. Unos se fueron de masajes en las instalaciones del hotel, yo me fui a las boutiques que tenía el hotel y a prepararme para la cena.
Otra vez los mismos de siempre nos fuimos a comer fuera. Recuerdo que la cena nos costó unos 4,50 euros y el helado que nos tomamos en el hotel nos costó 6 euros.
A la mañana siguiente nos dirigimos a unos 70 km al noroeste de Ho Chi Minh para visitar los famosos túneles de Cù Chi, una red de túneles con casi 200 km de longitud. Hay que decir que hay dos zonas de túneles: Ben Dinh y Ben Duoc. Los primeros son los más visitados por los turistas y muchos túneles se han ampliado para que los turistas occidentales puedan entrar en ellos, pero nunca formaron parte de la red original de túneles. Los segundos son los originales y bastante más estrechos, no aptos para personas que sufren de claustrofobia.
Nosotros visitamos los de Ben Douc. Estos túneles se comenzaron a cavar durante la guerra de la Independencia contra los franceses en 1940 y posteriormente fueron un refugio del Vietcong, llegándose a abrir túneles incluso debajo del cuartel general de la 25ª Divisón del ejército de Estados Unidos en el delta del Mekong.
Primeramente te muestran un video donde relatan la guerra. Te muestran unos maniquíes con trajes uniformados y armas. Luego pasas por algunos de sus pasadizos y escondites bajo el suelo.
Estos pasadizos bajan hasta tres niveles de profundidad. Los guerrilleros y habitantes de los pueblos vivían durante meses bajo tierra alimentándose de tapioca y respiraban con la ayuda de un ingenioso y complejo sistema de ventilación. Tenían salas de reuniones y clínicas, eran usados como rutas de comunicación y suministros, almacenamiento de alimentos y armas.
Me encantaba como nuestro guía nos explicaba como los del Vietcong siempre localizaban a los soldados americanos:
–Ellos son grandes y pesan mucho, además iban muy cargados con material bélico, así que dejaban huellas en la selva que los vietnamitas enseguida detectaban, también dejaban cajetillas de Malboro en la selva. Cuando descubrieron la existencia de los túneles, utilizaron perros para buscarlos, pero nosotros poníamos pimienta en las entradas y en los conductos de ventilación. Se sentía orgulloso.
De regreso visitamos en la ciudad de Tay Ninh la iglesia de la secta Cao Dai. Se encuentra a unos 90 km al noroeste de Ho Chi Minh.
Fue fundada en 1926 por Ngo Minh Chieu. Esta religión es una amalgama de catolicismo, budismo, hinduismo, taoísmo y confucianismo con un poco de islamismo, de animismo y de cultos ancestrales. Los fieles creen en un único Dios y practican la meditación y el vegetarianismo. Su estructura es jerárquica al modo de la iglesia católica. Sus adeptos visten túnicas de diversos colores según el rango que ostenten. Hasta 1932 existía un sumo sacerdote, pero el puesto está vacante desde entonces. Excepto el sumo sacerdote, todos los demás pueden tener relaciones o estar casados. Su símbolo es el ojo de Dios dentro de un triángulo.
Hay que verlo para creerlo. El techo del templo es abovedado, pintado de azul con estrellas, columnas decoradas con dragones enroscados, la mayoría de los fieles vestían túnicas blancas menos unos pocos que estaban sentados en la parte delantera que vestían de rojo y azul. La ceremonia iba acompañada de cánticos interpretados por un coro con música tradicional vietnamita. Realmente creía que estaba en el fantástico mundo de Disney, pero en el fondo hay un ambiente de tranquilidad y paz increíble.
Regresamos a Ho Chi Minh, era nuestra última noche en Vietnam, al día siguiente partíamos hacía España.
Impresiones de Vietnam
Vietnam me marcó, fue mi primer viaje al continente asiático. Me fascinaba la amabilidad y la sonrisa de su gente. Por primera vez vi las carencias que podían tener mucha gente, sobre todo me fijaba en los niños, y sin embargo se les veían felices, no estaban envueltos en esa oleada de frenético consumismo. La mujer vietnamita desde Hanoi hasta Hue eran guapas y delicadas. Disfrutaba conversando con ellas, de su familia, hijos y trabajo. Caminaba sin tener miedo por sus calles, no había que regatear en las compras, cosa que odio. El tráfico era caótico pero me resultó divertido. Disfrutaba viendo a los padres sentados en la calle con sus hijos dormidos sobre sus piernas. El choque cultural fue tan grande que hoy en día me estremezco cuando pienso en el viaje. Tal fue el impacto, que cuando regresé a mi país llegué a coger una depresión, solo pensaba en que quería irme a vivir allí, ciertas circunstancias me lo impidieron, si no hoy estaría allí.