Entre canales y jardines
El nombre vietnamita del Mekong, Cuu Long, significa Nueve Dragones, porque el río se divide en nueve brazos que desembocan en el mar.
Otra vez tocaba madrugar para coger el avión a las 08:20 horas con destino a Ho Chi Minh. A la llegada al aeropuerto de Ho Chi Minh al descender del avión, la sensación que tuvimos de calor asfixiante fue horrorosa, las ropas se nos pegaron al cuerpo como lapas. Nunca había sentido una humedad en el ambiente como esa. Mis compañeros lo pasaron falta, yo dentro de lo que cabe me adapté mejor que ellos.
Desde el aeropuerto pusimos rumbo hacía Cantho (170 kms). Llegamos a Vinh Long, una ciudad en el delta del Mekong y que se caracteriza por sus canales.
Tomamos un barco y mientras nos alejábamos de la ciudad me asombraba las casas palafitos en el río Mekong, era la primera vez que las veía, me impactó su forma de vida. Lavaban sus ropas, sus platos, se duchaban, se cepillaban los dientes, el río y sus vidas iban unidas de tal forma que eran imprescindibles el uno como para el otro. Aquellas aguas de color chocolate les regalaba vida, aunque a veces las arrasaba. También hay que destacar las iglesias que vas viendo, existe una numerosa comunidad católica.
Los niños saltaban, se sumergían y jugaban sin miedo alguno, pero comprendía que con lo poco que tenían, disfrutaban como si hubiesen recibo el regalo más grande que se les puede hacer.
El primer lugar que visitamos fue una fábrica de dulces. Como primera incursión en un país asiático, no dejaba de pensar en la cantidad de normas y leyes que a nosotros nos imponen para tener un negocio, allí pensaba que todo estaba en mano de sus dioses.
Nos mostraron como elaboraban algunos dulces y palomitas de arroz. Luego te invitaban a un té y a probar sus golosinas con la idea de que le compres algo. Lo que probé me gusto, pero jugar con un pequeñín que había por allí descalzo me gusto mucho más.
Continuamos nuestro recorrido en barco, dejamos el río Mekong para introducirnos en sus canales entre campos frutales.
Los paisajes eran fascinantes, árboles frutales a derecha e izquierda, flores con un color esplendoroso, mariposas revoloteando, aquello te hacia vibrar.
Navegamos por canal Cai Muoi para ir al restaurante de Mr. Muoi Huong. Era un precioso jardín en medio de un edén. Las mesas estaban preparadas para ofrecernos el famoso pez oreja de elefante, que por cierto estaba bastante bueno, además comimos rollitos de diferentes sabores y enormes gambas.
El restaurante tenía como un pequeño zoológico con algunos monos y sobre todo con serpientes. Destacaban las enormes pitones, las cuales al final acabas colocándotelas sobre los hombros. Fue la primera vez que toqué un reptil de tal calibre, suerte que no me dan miedo las serpientes, pero tuvieron que quitármela de encima porque no podía con su peso.
Después del almuerzo regresamos a nuestra barca, desde donde pudimos disfrutar de un maravilloso atardecer.
Nuestro guía nos llevó al Hotel Victoria Cantho, cerca de la ciudad Cantho, un tranquilo refugio a orillas del río Hau. Un hotel con bastante encanto y un servicio formidable como su comida.
A la mañana siguiente desde el mismo hotel tomamos otra barca para ir al famoso mercado flotante Cai Rang Flotain Market. Es el más grande y más visitado también por los turistas. Este mercando opera desde las cinco de la mañana hasta las once.
Barcas y barcas llenas de productos, sobre todo, frutas, arroz, pescados, intercambian sus mejores mercancías. Un ir y venir de gente remando y haciéndose un hueco entre tantas barcas.
Pude pasarme a una barca para comprar y comer una piña por el asombroso precio de 15 céntimos de euro. Pensaba en todas las recomendaciones que sanidad me aconsejó de lo que debía hacer y comer, creo que hice caso omiso a la mitad de ellas, pienso que si no lo hubiese hecho así, no hubiese disfrutado tanto de este país.
Luego fuimos a jardín de árboles frutales. Allí nos explicaron un sinfín de cosas y lo mejor de todo fue poder degustar esa variedad de frutas tan sabrosa que hay en esa zona. Para mí fue el mejor aperitivo.
Junto al jardín de árboles frutales había un criadero de cocodrilos. Estos criaderos abundan en el sur para la fabricación de zapatos, bolsos y más artículos.
Nuestra incursión en el delta del Mekong finalizaba y poníamos rumbo a Ho Chi Minh, no sin antes detenernos en la pagoda Vinh Trang.
Este templo budista está situado a unos 3 kms del pueblo My Tho, que se encuentra en la orilla izquierda del Song My Tho, el brazo más septentrional del Mekong. Esta ciudad fue fundada en 1680 por refugiados políticos procedentes de Taiwan. Está a unos 70 kms de Ho Chi Minh.
Este templo fue construido en el siglo XIX y es una mezcla de estilos arquitectónicos francés, chino, vietnamita y jemer. Fue gravemente dañado en la lucha contra las tropas coloniales francesas, entre 1859-1962. Después de unos intentos de reconstrucción, cayó en desuso. En 1904 quedó devastado tras una gran tormenta tropical. Una gran reconstrucción se llevó a cabo en 1907 bajo supervisión del abad Thich Chánh Hâu. A su muerte en 1923, su sucesor Thich Minh Dan, organizó nuevas restauraciones, como en la triple puerta principal, salón ceremonial principal y salón del patriarca.
La pagoda está rodeada de un jardín con árboles frutales y grandes estatuas de Buda, el Buda de pié representa a Buda Amitabha y el reclinado a Gautama Buda. Artesanos traídos de la ciudad imperial de Hue construyeron en 1933 la puerta principal, el centro de la puerta está hecha de acero y los laterales de hormigón. En el salón principal hay una estatua del Emperador de Jade y múltiples estatuas de Buda.
En el interior se respira silencio y paz, a veces interrumpido por algunos novicios, o por el monje que llama a oración al toque de un tambor, donde devotos y monjes comparte oraciones con mucha veneración.
La pagoda de Vinh Trang es una de las mayores atracciones turísticas en el Mekong.
Seguimos nuestro trayecto hasta Ho Chi Minh, donde nos alojamos en el Hotel Legend Saigon, en pleno corazón de la ciudad.
Nuestra primera noche en Ho Chi Minh, del pequeño grupo de 12 personas, solo seis nos fuimos a cenar a uno de los barcos que hay en el río Song Sài Gòn. Después de la cena y sin mapa nos fuimos a dar un paseo por la ciudad y sin buscarlo ni quererlo acabamos en el barrio de la prostitución, buscábamos un lugar para tomar una copa pero nos dimos cuenta de que aquella zona no era la adecuada. Realmente no sentimos miedo ni nada, solamente nos dimos la vuelta y nos fuimos a la discoteca del hotel.