
Dawki, entre la India y Bangladesh
Dawki es una ciudad en el distrito de West Jaintia Hills, a unos 90 km de Shillong, capital de Meghalaya. Es uno de los pocos puestos fronterizos por carretera entre Bangladesh y la India.
Dawki es conocida por sus minas de carbón y las exportaciones de piedra caliza que mantiene el comercio entre estos dos países.

Nos levantamos y tomamos el desayuno en el Lamin Guest House, donde nos hospedábamos. Hablamos con recepción para contratar un conductor para ver algunos lugares por aquella zona. El precio por unas cuantas horas fue de 1400 rupias (unos 18,50 euros), bastante más caro que en Cherrapunjee.
Como teníamos tiempo hasta que el conductor viniese a recogernos, nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad.

La ciudad de Dawki realmente es fea, destartalada y el ambiente que vi no me agradó mucho, tampoco hay mucho que ver en ella, realmente te puede decepcionar.
Nos fuimos caminando por la carretera que habíamos llegado la noche anterior, para ver el lago.
El lago es una de los lugares que todos visitan, además hay una gran cantidad de barcazas para darse un paseo. Desde la misma carretera estuvimos haciendo fotos, el agua estaba limpia y podíamos ver hasta las piedras.

Decidimos bajar hasta la orilla del lago y nos sorprendió la cantidad de gente que había.
Cuando llegamos vimos que una parte de la isleta estaba a rebozar de gente y la otra casi vacía. Comenzamos a caminar y de pronto un militar nos dice que por favor regresemos, nos dimos cuenta de que habíamos entrado en territorio de Bangladesh, la otra parte era la India, la separación entre los dos países era un cartel que ponía “do not cross the Border”. Aquello parecía surrealista.

Recorrimos el trozo que pertenecía a la India, verdaderamente aquello era todo un espectáculo. Turistas locales alquilando barquitos, mujeres lavando ropa junto a la orilla, pero el agua era cristalina.
Era viernes y para los musulmanes es su día de descanso, por eso la parte que pertenecía a Bangladesh estaba llena de gente. Todos con sus móviles haciéndose selfies y queriéndose hacer fotos con nosotros, siempre sin pasar esa línea imaginaria que dividía los dos países.

De regreso al hotel, paramos en un pequeño templo hindú que estaba cerca de la carretera, estaba cerrado.
Nuestro conductor se retrasaba y para matar el tiempo nos pusimos a jugar al carrom. Tampoco teníamos muchas ganas de caminar, después de dos días de la excursión a los puentes colgantes de raíces vivientes, teníamos agujetas hasta en el alma.
Cuando llegó a recogernos le dijimos que queríamos ir al Puente de Dawki sobre el río Umngot, puente construido por los británicos en 1932.

El conductor nos dejó cerca y nosotros descendimos hasta llegar a al puente.
Caminamos por el puente observando el agua tan limpia, era tan cristalina que desde arriba podías ver las piedras, los peces y los reflejos de las barcas como si de un espejo se tratase. Lo que había visto durante años en fotografías se correspondía a la realidad. Realmente no estaba acostumbrada en la India a ver una cosa igual, pero sí, existe.

La mejor época para visitar Dawki es en la época seca, entre octubre y febrero, en época de monzones el río lleva bastante agua y barro de las fuertes lluvias, con lo cual ese paisaje es imposible de apreciar.
Descendimos del puente y nos dirigimos a un puesto para alquilar una barca, queríamos disfrutar de aquella maravilla. El precio de la barca fue de 500 rupias (unos 6.60 euros) por unos 45 minutos que dura el recorrido.

Tuvimos que ponernos el odioso salvavidas, nos montamos en la barca y el remero comenzó a remar río arriba. Desde luego que merece la pena. El agua estaba un poco fría pero apta para bañarse, pero decidí no hacerlo. Los peces se podían ver perfectamente y muchos lugareños se dedican a la pesca en aquellas cristalinas y tranquilas aguas.
A mi izquierda, en la orilla del río había tiendas de campaña donde la gente puede quedarse a dormir.
Tranquilamente fue remando hasta llegar a unas pequeñas cataratas, aproximándose a ellas todo lo que pudo.

Fueron 45 minutos llenos de tranquilidad y paz. De regreso observamos como los niños jugaban y nadaban en el río, una forma de pasárselo divinamente.
También se puede practicar snorkel, pero decidí no hacerlo, porque después de haberlo hecho en la isla de Karimunjawa en Indonesia, pensé que no merecía la pena.
Regresamos a Dawki, pero antes le pedimos a nuestro conductor que nos llevase a la frontera de Bangladesh – La India. Infinidad de camiones estaban otra vez esperando para cruzarla, nos comentó que cerca de mil camiones cruzaban cada día la frontera.

Nos dirigimos a la frontera India y la cruzamos hasta un punto donde Bangladesh te da la bienvenida. Cantidad de gente cruza la frontera andando con sus maletas, o con un carro de madera, era todo un espectáculo. Los camiones son inspeccionados uno a uno.
Eso fue todo lo que pudimos ver en Dawki. Tenía pensado quedarnos dos días y explorar la zona, pero realmente tomamos la decisión que era suficiente con un día. Desde mi punto de vista no merece la pena quedarse más tiempo.

Terminada la excursión nos fuimos al hotel, pedimos la cena para las ocho de la tarde y realmente no había nada más que hacer allí. Así que volvimos al lago para ver atardecer.
Regresamos al hotel para cenar y hacer las maletas, teníamos previsto irnos al día siguiente por la mañana temprano.
Mayank estuvo viendo y tratando los precios hasta Shillong, oscilan entre 1800 a 2000 rupias, él lo consiguió por 1800 rupias (unos 24 euros).
Teníamos ganas de regresar a Shillong y tener la oportunidad de disfrutar una noche de música en vivo.