Gwalior, Datia y Orccha
Las ciudades de Gwalior, Datia y Orccha en el estado de Madhya Pradesh esconde verdaderos tesoros arquitectónicos, como sus fuertes, palacios y cenotafios. Entre otras cosas me asombró la hospitalidad de su gente como su amabilidad. En estas ciudades escapamos del acoso al turista que sufrimos en Jaipur y otras lugares.
Nuestro grupo de 13 personas personas se dividió en Agra, quedamos solamente siete, pero muy bien avenidos.
Temprano nos llevaron a la estación del tren en Agra, fue el único viaje que hicimos tren. La estación estaba abarrotada de gente y muchos de ellos mendigando, recorrían las vías del tren cogiendo cosas del suelo y escarbaban en la basura. Si es la primera vez que se viaja a la India se te hace muy duro.
Nos íbamos al norte del estado de Madhya Pradesh a la ciudad de Gwalior. El recorrido duró una hora y media.
El único referente que tenía de esa ciudad era sobre La reina de los bandidos, Phoolan Devi. Ella se entregó a las autoridades y estuvo 11 años en las cárceles de Gwalior y Tahir. En 1994 se benefició de un indulto parcial y el 25 de julio de 2001 fue asesinada a tiros en la entrada de su casa en Delhi. Phoolan Devi pertenecía a las castas más bajas de la India y su historia me marcó mucho, algunas veces tenía que leer dos veces ciertas partes del libro porque no daba crédito a lo que contaba.
A la llegada nos esperaba nuestro nuevo guía, se llamaba Ashok, pero nos dijo que lo llamásemos Alegría. Nos llevó al hotel Usha Kiran Palace, construido en 1902 por el rey Scindia de la dinastía de los Marathas como residencia para los Príncipes de Gales.
GWALIOR
Seguidamente nos dirigimos al Gwalior Fort el cual sus murallas de 11 m de altura se extiende a largo de casi 3 km en la cima de un risco de arenisca y basalto. Gran parte del complejo se comenzó a construir en el siglo VIII, aunque no se tiene certeza. La fortaleza contiene varios templos y palacios.
Según una leyenda local, el fuerte fue construido por un rey local llamado Suraj Sen en el siglo III. Se curó de lepra cuando un sabio llamado Gwalipa le ofreció agua de un estanque sagrado, el cual ahora se encuentra dentro del fuerte. El rey muy agradecido construyó el fuerte y le dio el nombre del sabio.
Lo primero que visitamos fue el palacio Man Mandir. Erigido entre 1486 y 1516 por el rajá Man Singh de la dinastía Tomar. Destaca sus cresterías de piedra y bastiones circulares con cúpulas decoradas con azulejos azules, amarillos y verde. Es un palacio de dos alturas, ejemplo de arquitectura secular rajput. Está ornamentado con exquisitos relieves y lacerías. El patio interior contiene columnas esculpidas y a su alrededor hay estancias que durante la época mogol las utilizaron como mazmorras. En el siglo XIX estuvo bajo el poder de los británicos.
La siguiente visita fue el Saas-Bahu Temple que se encuentra al este de la fortaleza de Gwalior. Fue construido en 1092 por el rey Mahipala de la dinastía Kachchhwaha. El recinto compuesto por dos templos fue nombrado SahastraBahu que representa a Visnú con mil brazos y era adorado por la esposa del rey, posteriormente su nuera se convirtió devota de Shiva, (Saas = madre y Bahu = nuera). Cubierto con bellísimas esculturas de bailarinas y deidades, muchas de ellas destruidas durante un ataque del sultán Qutbuddin Aihak en el siglo XII.
Por último admiramos las 21 esculturas jainistas esculpidas en la roca durante los siglos VII al XV y representan a los tirthankaras (seres que alcanzaron la trascendencia y la liberación). La de mayor altura (17 m) representa al primer tirthankar jainí Adinath. Muchas figuras fueron desfiguradas y castradas por el ejército musulmán de Babur en 1527, posteriormente fueron restauradas.
Borrachos de tanta belleza nos fuimos a almorzar a un restaurante local y a descansar un poco en el hotel, por la tarde vendría Alegría a recogernos para dar un paseo por la ciudad.
Por la tarde vino a recogernos y nos dijo que nos llevaría a un mercado. Se nos abrieron las carnes porque estábamos cansados del acoso al turista, pero Gwalior no tiene nada que ver con las grandes y famosas ciudades. La gente te ofrecía de beber en el mercado, podías preguntar lo que quisieras sin tener que comprar, te mostraban las mercancías con amabilidad y tranquilidad, aquello era la autentica India. Nos paramos a beber en un puesto callejero y gente desconocida nos buscó sillas para poder sentarnos todos. Claro está que Gwalior recibe un 10 % de turismo y la gente no está maleada.
Gwalior fue una agradable sorpresa que se nos hizo muy corta. Por la mañana después del desayuno nos pusimos en marcha camino a Orchha deteniéndonos en Datia.
Saliendo de Gwalior pasamos por la residencia de un ministro, era un despropósito, piensas en todas esas personas viviendo en la calle y él en un palacio que algunos reyes ya les gustarían poseer.
Alegría, nuestro guía era tranquilo, además le gustaba parar y mostrarnos lugares y costumbres de la verdadera India. La primera parada fue en una fábrica de azúcar moreno que se encontraba cerca de la carretera. Ya, os podéis imaginar lo rudimentaria que era la maquinaría, todo se hacía manualmente y el horno era calentado con lo que sobraba de la caña de azúcar. Una vez terminado el proceso de fabricación del azúcar se vendían por bloques grandes.
Cuando regresábamos al microbús, por un camino polvoriento, vi a dos mujeres que llevaban garrafas de agua en la cabeza y una de ellas tenía el rostro cubierto por un velo, me llamó tanto la atención que me puse a hacerles fotos. No me percaté de la presencia de una señora mayor que las precedía, y de pronto empezó a hablar como regañándome. Creía que no era conmigo, además estaban bastante retiradas. Cuando le pregunté a Alegría qué estaba sucediendo, me comentó que la chica del velo era una recién casada y para hacerle fotos tenía que haberle pedido permiso a la suegra.
Continuó explicándome que en muchos pueblos, las recién casadas en su primer año de matrimonio se cubrían la cara y que no tenían derecho a dirigir la palabra a su suegro ni cuñados. Mejor dicho era una criada en casa de su esposo y por lo visto la suegra era la que le daba las órdenes.
DATIA
Llegamos a Datia. Caminamos por calles asfaltadas pero con la sensación de haber retrocedido en el tiempo más de 60 años. Hombres planchando delante de sus casas con planchas de carbón, burros transportando materiales de construcción, madres que dejaban a sus bebes al sol en la entrada de sus casas desnudos tumbados en una mantita, calles donde el agua discurría a ambos lados como si fuesen pequeñas acequias y jabalíes bebiendo su agua sucia, mujeres que durante el recorrido para llevar ofrendas a sus dioses cantaban y se tumbaban en el suelo, abuelas jóvenes cuidando de sus nietos, todo esto en un corto trayecto mientras nos dirigíamos al Vir Singh Deo Mahal.
Este palacio de siete plantas fue construido enteramente de piedra en una colina de granito por el Raja Vir Singh Deo en 1614, gobernante del reino de Orchha. Es una de las mejores arquitecturas del periodo Bundela. El palacio o fuerte es una magnifica construcción donde sus columnas están en perfecta simetría unas con otras, preciosas pinturas decoran sus techos y paredes. Lamentablemente no está en buen estado de conservación, Alegría nos comenta que un rayo produjo un incendio y hasta la fecha en que lo visité, no se habían llevado a cabo grandes reformas. No obstante merece la pena visitarlo. El palacio está rodeado por un lago con unas increíbles vistas hacia la ciudad.
Si recuerdo que cuando caminábamos dirección al autobús llevábamos unos cuantos niños detrás de nosotros, preguntando, jugando y sobre todo sonriendo.
ORCHHA
Llegamos a Orchha sobre el medio día. El almuerzo fue en el hotel Orchha Resort que era donde nos alojábamos. Terminamos pronto, estábamos impacientes por callejear por el pueblo y conocer sus famosos cenotafios*.
Orchha fue fundada en 1501 por el príncipe de la dinastía Bundela, Rudra Pratap Singh (que murió por salvar una vaca de las fauces de un león). En el siglo XVII el rajá Jujhar Singh se rebeló contra el emperador mogol Shah Jahan quien devastó y ocupó el principado de Orchha. En 1738 los reyes bundela la abandonaron para establecerse en Tikamgarh. Hoy solo quedan palacios en ruinas, pabellones, murallas y puertas.
Caminamos por sus calles que estaban repletas de gente, se celebraba una boda.
Nos encontramos con eunucos que suelen ser invitados a bodas, bautizos, etc para traer buena suerte. Nos fuimos mezclando entre el gentío hasta aproximarnos a los novios.
Creía que sería una boda alegre, pero la tristeza que reflejaba la novia en su cara me partió el alma y de vez en cuando le afloraba una lágrima. Todos sentimos desconsuelo ante tal imagen, así que le pedimos a nuestro guía Alegría que preguntase el porqué de aquel afligimiento. A los pocos minutos nos contó que eran dos hermanas que iban a ser pedidas en matrimonio por dos hermanos, sólo que la que se casaba hoy estaba enamorada del otro hermano y éste había elegido a su hermana. Podía imaginar la amargura que sentía, casarse con un hombre al que no amaba y además irse a vivir a casa de la familia de él, donde normalmente son tratadas como criadas. Todavía tengo su imagen en mi mente. Las mujeres en la India realmente no lo tienen fácil, para muchas familias el tener una hija es una desgracia. Los varones son los que se quedan en casa cuando se casan, las mujeres después de tener que aportar una dote se marchan a casas de sus maridos.
Por la tarde visitamos el Jahangiri Mahal, una ciudadela y guarnición ejemplo de la arquitectura rajput bundela. Fue erigido por el rey Bir Singh Deo y bautizado en honor al emperador mogol Jahangir que pasó aquí una noche. Palacio de diversas alturas que alberga 132 estancias alrededor del patio central. Tiene una ornamentación a base de azulejos de lapislázuli y bonitas celosías, pero realmente le hace falta una buena restauración.
Cuando terminamos la visita nos sentamos en unas piedras junto al río para poder meter los pies en el agua y ver atardecer, mientras mujeres como yoguis se daban su baño. Enfrente teníamos 14 Chhatris o los cenotafios, y el espectáculo era sorprendente. La verdad es que también necesitaban una restauración urgente.
Por la noche asistimos a una ceremonia religiosa en el templo de Orchha, no podíamos llevar nada de cuero, así como zapatos, cinturones, bolsos, etc, estaba totalmente prohibido. El templo estaba a rebozar de gente, unos oraban, otros entonaban cantos, otros hacían ofrendas a sus dioses.
Ya cansados nos fuimos todos al hotel donde nos encontramos con un espectáculo de música y danza (si se le podía llamar así), el cantante era un eunuco y de vez en cuando sacaba gente del público a bailar, en poco tiempo se quedó solo, todos salimos corriendo.
Fue un recorrido maravilloso por estas tres ciudades. Aquí conocimos la hospitalidad y amabilidad, disfrutar de sus mercados y monumentos sin ser abordados por los incansables vendedores, tradiciones que nos sorprendían y a su vez no las entendíamos. Esa era la India que buscaba.
*Cenotafio = tumba vacía o monumento funerario erigido en honor a una persona o un grupo de personas, para los que se desea guardar un recuerdo especial. Se trata de una edificación simbólica.