Sigiriya, fortaleza o monasterio?
Sigiriya forma parte del Triángulo Cultural, para su subida como bajada se necesita unas dos horas y es recomendable no hacerlo en las horas de más calor.
A la mañana siguiente después del desayuno fuimos a dar un paseo en elefante, cerca de las instalaciones del hotel. Nos subimos al paquidermo y lo primero que tuvimos que hacer es comprar plátanos para ir dándoselos al animal mientras nos porteaba. No sé porqué le comenté a Herminia que el paseo se acabaría cuando ya no tuviésemos mas plátanos, y así ocurrió. No llevábamos 20 minutos subidas cuando decidieron que teníamos que regresar. Fue una excursión decepcionante, se lo comentamos a Thilak y nos dijo que eso no podía ser, que habíamos contratado para una hora. El luego llamó para informarse que es lo que había sucedido y llamarles la atención, tuvieron la desfachatez de decir que yo había ordenado volver. ¡Así que hay que estar atentos!
Luego nos dirigimos a Sigiriya. La Roca o Montaña Sagrada de unos 370 metros de altura, es otro Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Excavaciones arqueológicas han demostrado que la zona estaba habitada hace cinco mil años, durante el mesolítico. En el siglo III antes de Cristo se instalan aquí las primeras comunidades monásticas budistas. La creencia popular en Sri Lanka dice que Sigiriya fue una fortaleza, que el rey Kassapa asesinó a su padre Dhatusena en Anuradhapura en la segunda mitad del siglo V emparedándolo vivo para usurpar el derecho al trono de su hermano Mogallana. Este huyó a la India y juró vengarse. El rey Kassapa se exilió en Sigiriya y construyó una fortaleza inaccesible en la cima. Mogallana levantó un ejército para recuperar el trono que por derecho le correspondía.
La entrada la hicimos por los Jardines Reales que bordean la base de la montaña. Lo bordea un muro y un ancho foso de agua. Estos jardines se dividen en tres secciones; los jardines acuáticos, los jardines rocosos y las terrazas ajardinadas. Nos encontramos con unos albañiles arreglando un pequeño muro, trabajaban de la forma más rudimentaria que te puedas imaginar, ¡eso sí!, dos trabajaban y el resto observaba.
Mientras avanzábamos hacia la roca el calor nos machacaba, y solo pensar la cantidad de escaleras que teníamos que subir se me abrían las carnes.
Llegamos a los Jardines Rocosos, se cree que estas rocas fueron cimientos de edificios que se alzaron aquí. Comenzamos la subida, escalones y mas escalones, hasta llegar a unas escaleras metálicas de forma caracol que estaban incrustadas en la roca. Eran muy seguras, pero no aptas para las personas que padecen de vértigo.
Llegamos a los famosos frescos de Sigiriya, pinturas budistas plasmadas a media altura de la roca, conocidas como las damas de Sigiriya, dicen que representan a las damas de la corte de Kassapa, pero los arqueólogos sostienen que serían divinidades femeninas budistas, probablemente la diosa Tara. Bellísimas pinturas de mujeres con el talle ajustado y hermosos pechos al descubierto, no se conoce su fecha exacta cuando fueron pintadas pero se apunta al siglo V. Son las mejores pinturas budistas del mundo y muy parecidas a las de las cuevas de Ajanta en la India.
Cuando llegamos Herminia parecía que le habían echado un cubo de agua, estaba chorreando en sudor. Seguimos subiendo ya por unas escaleras normalitas y a nuestra izquierda estaba el Muro de los Grafitis donde los visitantes escribieron su admiración por las Damas en escritura palí, están muy estropeadas porque en el siglo XX los gamberros también escribieron.
En mitad de un escalón nos encontramos una pequeña y preciosa serpiente, la pena fue que cuando descendimos vimos que la habían matado o alguien la pisó sin darse cuenta o a propósito.
Llegamos a las Garras del León, que se encuentra en la vertiente oeste. Hicimos un pequeño descanso porque cuando vimos todavía lo que nos quedaba pensamos que teníamos que tomar fuerzas. Son los restos de un enorme león de piedra y ladrillo rojo del siglo V. Entre las garras parten unas escaleras que conducen a la cima.
La Cima de la roca de Sigiriya es plana y tiene una extensión de 1,6 hectáreas donde abundan restos y cimientos de diversos edificios y estanques. Tras la muerte de Kassapa el palacio fue reconvertido en un monasterio hasta el siglo XIV, posteriormente fue abandonado. Las ruinas fueron encontradas por el arqueólogo británico HCP Bell en el año 1898.
Llegamos a la cima de la Roca. La panorámica que tienes desde lo alto es una maravilla, las fotos no hacen justicia, todo era jungla salpicada por lagos y una estatua blanca de Buda a los lejos. Es admirable la construcción del palacio fortaleza construido por el rey Kassapa , aunque los nuevos arqueólogos dicen que no hay evidencia de ello.
Mujeres trabajan a pleno sol limpiando los muros de la fortaleza, le quitaban las hierbas que habían crecido con pequeños picos, era un trabajo de chinos, pero no les faltaba la sonrisa. Disfrutamos lo que pudimos de aquellos paisajes, no teníamos ganas de bajar, era embrujador el espectáculo, pero no había más remedio. Los monos acampaban a sus anchas ellos eran los dueños de aquel lugar.
Volvimos a las garras del león y Thilak nos esperaba pacientemente. Descendimos y en la vertiente oeste en la base de la roca nos encontramos con una cueva bajo un farallón que su forma recuerda a la cabeza de una cobra erguida. Hicimos una parada para tomar algo fresquito pues creo que estábamos deshidratadas. Estuvimos un rato conversando, lo mejor de todo es que yo tenía que traducir, pero Thilak se dirigía a Herminia como si ella lo pudiese entender y ella contestaba en español, no me daba tiempo, a veces tenía que decirles que hablase uno o el otro, era como en un partido de tenis.