Siem Reap, significa siameses derrotados
Como si de un sueño se tratase los templos de Angkor en Siem Reap resurge como el ave Fenix de las cenizas. Si hay algún lugar donde la fantasía no tiene límites, seguro que es este.
Camboya fue la continuación de mi primer viaje a Laos. Hacia unas horas que me había despedido de Thippakone y de Laos, los echaba de menos, había sido un viaje magnífico.
Nos recogieron del aeropuerto el Sr. Mithona Hor, sería nuestro guía durante nuestra estancia en Siem Reap que significa “siameses derrotados”. Inmediatamente nos llevó a ver los templos de Angkor, ni siquiera con llevamos las maletas al hotel.
Siem Reap no era más que un pequeño poblado cuando los exploradores franceses descubrieron Angkor en el siglo XIX. Fue unos de los principales atractivos de Asia hasta finales de la década de 1960. Con la guerra de los jemeres rojos Siem Reap cayó en un letargo, hasta finales de la década de 1990.
El periodo angkoriano abarca más de seiscientos años, desde el año 802 hasta 1432. En este periodo se construyeron los templos de Angkor y el imperio jemer consolidó una de las mayores potencias del Sureste Asiático. Empezó con el reinado de Jayavarman II, el primero en unificar los reinos de Camboya. Unos de los momentos cumbres de la civilización jemer fué en el reinado de Suryavarman II y la construcción de Angkor Wat. Durante el reinado de Jayavarman VII se construyeron templos como Bayon, Ta Prohm, Banteay Kdei y Preah Khan y reconstruyó grandes complejos de templos como los de Banteay Chhmar.
El sol pegaba de lleno y parecía que todas las chicharras del mundo estaban allí concentradas, era ensordecedor el ruido que hacían.
Mithona comenzó por el templo Baksei Chamkrong, situado al suroeste de la puerta sur de Angkor Thom, unos de los pocos edificios de ladrillo situados en las inmediaciones de Angkor. A principios del s. X, Harshavarman I erigió cinco estatuas en este templo, dos de Siva, una de Visnú y dos de Devi.
Continuamos nuestro recorrido por la entrada de la puerta sur, teniendo por compañía durante el recorrido a 54 dioses y 54 demonios a ambos lados de la calzada.
¿Si la entrada comenzaba así, que podría encontrar dentro del recinto? Atravesamos el arco con la figura de Bodhisattva de la compasión, construido en 1181-1219 por el rey Jayavarman VII. Delante tenía el templo de Bayon. Una colección de 54 torres decoradas con 216 rostros de Avalokiteshvara. Decorado con unos extraordinarios bajorrelieves con más de 11.000 figuras, donde está representada escenas de la vida cotidiana, soldados jemeres que desfilan hacía la batalla, una batalla naval, un circo jemer, féretros llevados de vuelta desde el campo de batalla, cazadores, etc.
Con un inglés impecable, Mithona comenzó a explicarnos todo, pero con maestría y mucha clase se dio cuenta de que el compañero de viaje (si lo puedo llamar así) no entendía nada y por supuesto yo ya había dejado de traducir, él se ofreció amablemente a hacerlo en español. Un magnifico detalle por su parte. Me sorprendió el dominio que también tenia sobre esta lengua.
Antes del almuerzo nos llevó a visitar la Terraza de los Elefantes y la Terraza del Rey Leproso. La primera con 350 m de largo fue usada como gigantesco lugar de ceremonias públicas, tiene cinco plataformas que se extiende hacia la plaza central, tres en el centro y una a cada lado. Aquí puedes imaginarte la grandeza del imperio jemer en su máximo apogeo. La Terraza del Rey Leproso es una plataforma de 7 metros de alto donde hay una estatua desnuda sin sexo, la estatua original se encuentra en el Museo Nacional en Phnom Penh. Según la leyenda al menos dos de los reyes de Angkor tenían la lepra, y la estatua puede representar a uno de ellos, otra teoría es que la terraza albergó un crematorio real y la estatua representa a Yama, dios de la muerte.
Después de estas visita nos dejó en el hotel Prince D’Angkor para descansar un poco y poder continuar por la tarde con más visitas.
Por la tarde continuamos visitando el famoso y magnifico Angkor Wat, el monumento más grande de todos los que hay en Angkor. Considerado la estructura religiosa más grande del mundo. El templo mejor conservado y se tiene una sensación extraña cuando caminas por el paso elevado hacía el. Probablemente construido como templo funerario para el rey Suryavarman II (1112-1152) en honra a Visnú. Está orientado hacia el oeste, simbólicamente la dirección de la muerte. En la actualidad se acepta que Angkor Wat sirvió principalmente como templo o mausoleo.
Poder admirar sus asparas (ninfas del cielo), bajorrelieves, torres, es como entrar en otro mundo, buscaba una esquina tranquila para poder observar aquella maravilla, pero no era suficiente, seguía caminando y descubriendo. Empezó a caer la tarde y Mithona nos llevó fuera del templo para poder observar como cambiaba de tonalidad la piedra con la puesta de sol. Un verdadero espectáculo.
Después de la visita a los templos nuestro guía nos vuelve a dejar en el hotel informándonos de que había un concierto de chelo, lo ofrecía el Dr. Beat Richner. Me fui sola al concierto, el compañero de viaje prefirió quedarse viendo la televisión. La mayor alegría fue cuando me encontré con mis amigas suizas que había conocido en el crucero por el Mekong en Laos.
El Dr. Beat Richner, es un médico suizo que ejercía su profesión en Camboya. En la época de Pol Pot fue expulsado del país como muchos otros más. Volvió cuando la guerra finalizó y ha fundado tres hospitales, dos en Phnom Penh y uno en Siem Reap.
Comenzó contando su historia acompañándola con fotografías y documentales, tocaba una pieza de música y volvía a contar, hasta que al final comenzó con la dura realidad que se vive allí de enfermedades como la malaria, dengue, quemaduras provocadas por los tubos de escape de las motos, ect, y de los pocos medios que dispone la población. Al final del concierto nos rogó que donásemos sangre si podíamos, pues para la enfermedad del dengue necesitaban mucha para las transfusiones, si eso no era factible que por favor diésemos un donativo, cosa que haces encantada cuando ves la labor que está desarrollando.
Le envié a mi compañero de viaje un mensaje de que cenase solo, yo estaba todavía en el concierto y no llegaría a tiempo, además me apetecía mucho irme como mis amigas a cenar.
Fue entrañable el encuentro que tuvimos, pero después de la cena ya no nos volveríamos a ver más durante el viaje. Yo me quedaría sola con una compañía que cada vez se me hacía más insoportable. Tomé un tuk-tuk y me fui al hotel. Aquella noche tuve que salir dos veces a la terraza a calentarme, el compañero de habitación puso el aire acondicionado tan fuerte que me sentía mal.
Al día siguiente continuábamos con las visitas a los templos de Angkor, Mithona nos recogió puntualmente. Me preguntó por el concierto y tras una breve conversación me dijo que sus dos hijos habían nacido en ese hospital, que era bastante bueno y agradecían el trabajo que realiza el Dr. Beat Richner, mientras el compañero de viaje solo hablaba de lo buena que había sido la cena.