Encuentro con una ciudad sagrada
Nos levantamos a las tres de la mañana, el mismo taxista que nos trajo a Sari gaon nos recogía, nos íbamos a Rishikesh y teníamos 6 horas de viaje por delante. Hacía un poco de frío y de vez en cuando llovía. Las noches anteriores había llovido mucho y el estado de la carretera estaba en pésimas condiciones, baches y más baches, desprendimientos a causa de la lluvia y charcos que eran piscinas. Cuando comenzó a amanecer paramos para tomar un té, el cielo era de un gris plomo y sin miras a despejar.
Si el estado de la carretera era malo, además se unió los convoyes militares que se dirigían al norte, aquello no era normal, camiones y camiones de militares y armamento. Le pregunté a Mayank que es lo que sucedía y me dijo que dos días antes de mí llegada, tropas chinas habían invadido la frontera India al norte. Le dije que las noticias en mi país no habían hecho referencia al incidente.
La lluvia arreció y para colmo una densa niebla lo cubrió todo, no se veía nada a menos de un metro. Tenía los ojos cerrados, intentaba dormir en el coche pero era imposible, el chofer puso una música que rayaba mis tímpanos y qué decir de los baches, pero de pronto los tuve que abrir, estaba atónita, estaba bañada por completo, al chofer no le dio tiempo a cerrar la ventanilla del coche y al pasar un autobús en dirección contraria el agua que había en un gran charco entró por completo dentro del vehículo. Mayank se partía de la risa al ver la cara que puse, al final yo también reí y le dije que solo eso pasaba en la India, si alguien quería una ducha en el coche, tenía que venir aquí.
Hicimos otra parada para tomar otro té, los hombres que tenían sus puestos de frutas junto a la carretera tenían tirachinas en sus manos, los utilizaban para defenderse de los monos que intentaban robarles las mercancías. A veces lo conseguían, son los suficientemente inteligentes, mientras uno distraía al vendedor, otro le robaba. Otra parada fue cerca de Srinagar para mostrarme donde estaba el templo de Dhari Devi, donde está la cabeza de la diosa Kali.
Los paisajes que estábamos viendo no tenían precio, el río Ganges estaba envuelto en una bruma, no tenía palabras, parecía el escenario de una película, pensaba que algún dragón aparecería de entre la niebla. Llegamos a Rishikesh al hotel Dewa Retreat, bastante céntrico, a solo unos 500 metros de las orillas del río Ganges y el puente Lakshman Jhula, las habitaciones tienen vistas a la cordillera del Himalaya, el restaurante ofrece comida india, china y continental, el servicio es bastante bueno.
Rishikesh se encuentra en el distrito de Dehradun en el estado de Uttarakhand, es una ciudad que atrae a miles de peregrinos y turistas. Sirve de punto de partida a los peregrinos que visitarán Badrinath, Kedarnath, Yamunotri y Gangotri y se encuentra a 25 km de otra ciudad sagrada, Haridwar.
En sánscrito es un nombre de Visnú que significa “Señor de los sentidos”. Se le da el nombre después de que Visnu se apareciera a un ermitaño llamado Raibhya como Hrishikesh.
Rishikesh es conocida como capital mundial del yoga, también es hogar del Kailas Ashram Brahmavidyapeetham, institución dedicada para preservar y promover los estudios vedánticos tradicionales, (ashram = lugar de meditación y enseñanza hinduista tanto religiosa como cultural donde los alumnos conviven bajo el mismo techo que sus maestros). En 1968 los Beatles visitaron el ahora cerrado ashram del Maharishi Mahesh Yogi, allí compusieron 48 canciones.
Había parado de llover y hacía calor. Nos pusimos en marcha a recorrer la ciudad, caminamos por sus calles en dirección al río Ganges, estaban llenas de tiendas y restaurantes para el turista. Cuando nos aproximábamos al puente, vi a un mono comiéndose un helado tranquilamente en medio de la calle, le comenté a Mayank que seguramente era robado y él me lo confirmó. Nos dispusimos a cruzar el puente Lakshman Jhula, estaba abarrotado de un ir y venir de gente y motos, no cabía un alfiler. En ese momento Mayank me repetía una y otra vez “Esther las manos abajo”, no sabía el porqué de aquello, pero solo me hizo falta unos segundos para comprenderlo, los monos estaban en la baranda del puente y toda persona que llevase algún objeto como bebidas, comida o cualquier otra cosa, en el momento que te lo llevases a la boca o lo levantases, allí estaban ellos para robar.
Una vez cruzado el puente, a la izquierda tienes el Trayambakeshwar, un templo de 13 plantas y a la derecha el ghat Triveni. Nosotros fuimos a la izquierda, queríamos comer en alguno de los muchos restaurantes que hay a las orillas del río Ganges, es un buen lugar para ver la gente bañándose en el río, los que practican el rafting o simplemente el paisaje y ver pasar la vida. En los restaurantes y hoteles del centro de la ciudad no se vende alcohol.
Después del almuerzo continuamos caminando por sus calles, Rishikesh invita a ello; gurus tranquilamente sentados, mujeres en cuclillas cuchicheando, vendedores de caña de azúcar, el Chotiwala restaurant con el hombre que trae suerte sentado en la puerta (chotiwala es un hombre con la cabeza rapada con un poco de pelo en la coronilla de la cabeza). Es una ciudad variopinta como ella sola, también teníamos que comprar dos figuras de la diosa Durga para la ofrenda que la mujer chamán me dijo que hiciese, una la haría yo en mi país y otra la ofrecería Mayank en mi nombre, no tuve tiempo de hacerlo allí.
Para regresar al hotel lo hicimos esta vez por el puente Ram Jhula, queríamos cenar en el hotel tranquilamente, llevábamos desde las tres de la mañana sin parar, también tenía que hacer el equipaje, a la mañana siguiente regresaba a España.
En este viaje a la India tengo que agradecerle mucho a Mayank Bisht por haberme guiado, explicado, ayudado a conocer una India diferente, gracias a él he tenido un contacto muy directo con los habitantes de Sari gaon y vivencias inolvidables en templos. Le doy las gracias porque sé que en mi nombre hizo la ofrenda a la Diosa Durga.