Luang Prabang, ciudad encantada
Cuatro días y tres noches perdidos en poblados al norte de Luang Pabrang entre las etnias Hmong y Khmu nos mostró lo duro que lo tienen esta gente. Pero no obstante te acogen o ofrecen lo poco que tienen.
Después de tanta cerveza la noche anterior estábamos bien temprano levantadas y preparando la mochila. El chofer de nuestro magnífico coche llamó a la puerta y nos pidió permiso para usar nuestro baño. Nos extrañó mucho porque pensábamos que ellos habían dormido también en el albergue. Se ducho y se marchó sin decir nada, cuando entramos al baño aquello era una piscina no había forma de entrar. Herminia sin saber idiomas salió a buscarlo, le hizo regresar y limpiar aquello. A veces las palabras sobran, pero sus gestos y expresiones fueron lo suficiente para que lo entendiese.
Volvíamos a Luang Prabang, estábamos machacadas, nuestros pantalones creo que andaban solos de sucios que estaban, Herminia se puso la rebeca al revés para que no se notase tanto la suciedad.
El día amaneció entre niebla y hacía frio, parecía que el misterio se había apoderado de Muang Phone Xay. Nos dimos una vuelta antes de salir y nos encontramos a Sivon con otras muchachitas queriéndose hacer fotos, era encantador ver como aquel jovencito iba enamorando a las chicas a su paso.
De vez en cuando teníamos que bajarnos del vehículo porque se quedaba parado en las cuestas, nos venía bien andar un poco porque nos estábamos quedando congeladas. Nuestros maltrechos cuerpos sufriendo además con todos los baches que había en el camino. Nosotras alucinábamos, todos ellos hicieron el recorrido por la selva en chanclas. Khamphone se sentó con nosotras, iba escuchando la radio, de pronto hizo un comentario sobre las noticias que nos dejó atónitas “ los militares han matado a 18 personas”. Le pregunté que qué es lo que había sucedido, me contestó que las habían matado porque seguramente habrían hecho algo mal, seguidamente le comenté que no se mataba así porque sí a tanta gente, que seguramente habría pasado algo. Insistí en sacarle información pero fue como toparme con una pared de hormigón, le pregunté que qué pensaba él del sistema político y tampoco hubo respuesta. Me di cuenta de que había miedo por mucho que ellos dijesen que todo iba bien, sobre todo los de la etnia Hmong que todavía sufrían castigos por el estado.
El cielo empezó a despejarse y el sol a deslumbrar, por el camino nos encontramos con unos pocos elefantes adiestrados, el conocido país de un millón de elefantes se ha reducido a unos 2000 ejemplares, de los cuales unos 800 viven en estado salvaje y el resto de 1.100 a 1.300 se emplean para trabajar.
Llegamos por fin a la casa de Khamphone, nos invitó a almorzar y para no variar el menú era arroz y bambú, que fue lo único que comimos durante nuestra estancia en las montañas. Allí se quedaron Sivon y Sajon a los cuales les tomamos cariño, habían estado pendientes todo el tiempo de nosotras y nos dijeron que era una pena el no saber algo de inglés, que les hubiese encantado hablar con nosotras. Comenzamos a despedirnos de la familia, al padre le pedimos que nos pusiera unas pulseras de algodón y dijese algunas palabras para desearnos suerte.
Por fin estábamos en nuestro hotel The Chang Heritage Hotel, nos habían guardado el equipaje durante nuestro vagar por las montañas. Khamphone nos dijo que luego se pasaría para dar una vuelta con nosotras y cenar. Le dijimos que no, que Herminia necesitaba una ducha de dos horas y yo otras dos, pero sobre todo necesitábamos descansar, nos dolían las piernas pero sobre todo los gemelos, eran una piedra, nos costaba trabajo subir y bajar los escalones.
La ducha nos relajó bastante, pero para lavarme el pelo tuve que echarme cuatro veces champú, no había forma que hiciese espuma. Decidimos dar una vuelta y buscar una sala de masajes, tenían que recomponernos de alguna forma.
Nos dirigimos al Spa Garden, una preciosa casa con jardín, en un lugar tranquilo cerca del Wat Nong Sikhummeuang, nos dieron cita para dentro de dos horas. Así que decidimos irnos a cenar, esta vez elegimos un restaurante italiano, necesitábamos comer algo que tuviese trigo, nos tomamos una pizza con una cerveza, normalmente como siempre la comida del país, pero nos hacía falta una variedad ese día.
Cuando regresamos a la casa de los masajes, lo primero que nos ofrecieron fue un té, nos hicieron sentar y nos lavaron los pies. Nos pasaron a una bonita habitación a las dos juntas, lo pedimos así por si le preguntaban algo a Herminia poder yo contestar. Es uno de los placeres que un visitante no debe dejar de hacer. Se percataron lo mal que llevábamos las piernas (gemelos), se emplearon a fondo. Si alguien habla de milagros, aquello fue uno, pues cuando terminaron con nosotras podíamos subir y bajar los escalones sin problemas. No os podéis imaginar cómo dormimos aquella noche.
A pesar del cansancio acumulado nos levantamos bien temprano para ver otra vez el desfile de monjes a las seis de la mañana. Hacía bastante fresco pero no nos lo queríamos perder. Seguidamente nos fuimos a desayunar al hotel, Khamphone vendría a recogernos para hacer unas cuantas visitas.
Al primer lugar que nos dirigimos fue el recinto del Palacio Real que lo compone 3 edificios, el Museo Nacional de Luang Prabang, el teatro y el templo Wat Ho Pha Bang. El Palacio Real fue construido en 1904 por el Rey Sisavang Vong. Su nombre oficial es Haw Kham que significa Palacio Dorado, el estilo de este palacio es mezcla de arquitectura francesa y arquitectura tradicional laosiana, construido en ladrillo y madera de teca. Permaneció cerrado hasta 1995 después de que el partido comunista aboliese la monarquía en 1975.
El templo Wat Ho Pha Bang (templo real), fue construido para albergar la estatua de Buda Phra Bang, comenzó su construcción en 1963 y se finalizó en el 2006, tiene una bonita y decorada fachada en tono verde y dorado. En el museo la mayoría de las estancias de la familia real se conservan intactas y muchos lugareños creen que sus espíritus moran en el palacio. Hay que entrar descalzos y adecuadamente vestidos, no se permite hacer fotografías ni videos, ni entrar con mochilas y bolsos grandes.
A continuación cogimos el coche (esta vez era una Van) y fuimos a unos 32 km al sur de la ciudad para visitar la catarata de Kouang Si, una amplia cascada con varios niveles que cae sobre unas formaciones rocosas formando unos estanques de agua turquesa. Hay un sendero que asciende por el bosque y se llega a un segundo nivel, donde se permite el baño, pero creo que es para valientes, el agua estaba bastante fría. Es un lugar bastante pintoresco, bonito y bien cuidado. Creo que merece la pena visitarlo.
Regresamos a Luang Prabang para almorzar, Khamphone había hecho la reserva en el restaurante del Hotel Las 3 Nagas, aquí nuestro guía se columpió con nosotras a lo lindo, la calidad y el servicio es bueno, pero el precio también. Laos tiene una buena gastronomía y lo que es la ciudad de Luang Prabang tiene muchísimos lugares donde comer bien y precios más razonables.
Después nos fuimos a visitar el Wat Xieng Thong, (Templo de la ciudad dorada) para mi gusto uno de los templos más bonitos de la ciudad. Construido en 1560. El rey Setthathirat ordenó la construcción del sim (salón de ordenación). Lo compone más de 20 estructuras, entre estupas, capillas, templos. Fue utilizado como templo real para las coronaciones de los reyes y como monasterio. Fue destruido y reconstruido en varias ocasiones, fue de lo poco que sobrevivió a los saqueadores chinos de la bandera negra en 1887. En el templo principal se encuentra el más valioso legado, un mosaico en forma de árbol llamado el Árbol de la Vida, que representa la leyenda de la construcción del templo. En otro edificio decorado por tallas de madera en teca pintadas en color dorado que representa el libro sagrado Ramayana, hay carruaje funerario. Este carruaje tiene una urna con los restos mortales de los últimos reyes de Laos y en su tiempo, recorrió las calles de Luang Prabang con dichos restos mortales. La capilla rosa, otro edificio donde hay una estatua de bronce de Buda reclinado que data de la época de la construcción del templo, el mosaico de la pared exterior relata las hazañas de Siaw Sawat (héroe de una célebre novela laosiana).
La última visita fue a la colina Phu Si, desde donde se tiene unas espectaculares vistas de Luang Prabang. Es aconsejable subir antes de que empiece a atardecer para ver la puesta de sol, está bastante concurrido de turistas y se hace complicado tomar fotos. A medida que vas subiendo te encuentras con templos y santuarios, como el santuario rupestre llamado Wat Thum Phu Si, donde en medio de la cueva destaca una imagen de un Buda gordo (Pha Kasai), o el Wat Pa Huak, Wat Pha Phutthabaht y That Chomsi. Merece la pena visitarlo, desde la colina te haces realmente una idea de cómo es Luang Prabang. Para mí, una joya de casas coloniales y típicas laosianas difuminadas en la selva.
Cenamos los tres y tocaba retirada pronto, teníamos que hacer el equipaje, al día siguiente volábamos a Pakse, que se encuentra al sur de Laos.