Pokhara puerta del Annapurna
Pokhara está situada en el centro de Nepal y a unos 204 km al oeste de su capital. El recorrido por carretera es tan bonito como tortuoso y lleno de emociones a lo que se refiere a la conducción.
Regresamos a Kathmandú después de 12 magníficos días en Bhután difíciles de olvidar. Ram nuestro guía en Nepal nos volvió o recoger y nos dirigimos a Nagarkot, pueblo a 32 km de la capital y lleno de hoteles, tal vez sea un buen lugar para contemplar el Himalaya cómodamente. Nos alojamos en el Hotel The Fort Resort.
Era bastante tarde para almorzar en el hotel, así que cogimos nuestras mochilas y linternas y nos pusimos a caminar para ver que encontrábamos, teníamos un poco de apetito. Encontramos un restaurante con unas vistas impresionantes, pero la niebla no nos permitía ver mucho y a pesar de ser las 5 de la tarde nos atendieron amablemente y nos dieron de comer. El dueño o encargado del restaurante cuando terminamos de almorzar nos preguntó de dónde éramos, cuando le contestamos que éramos españoles no dudó en sacar su guitarra y ponerse a tocar para nosotros. Fue una tarde corta pero agradable.
Nos fuimos al hotel, hacía un poco de frío, estuvimos recorriendo los jardines e instalaciones hasta la hora de cenar. Al día siguiente teníamos que madrugar mucho, eso nos dijo Ram si queríamos ver amanecer y el Everest desde una buena terraza del hotel, claro está, si el tiempo lo permitía. Nos retiramos pronto a descansar y a los pocos minutos vino un empleado del hotel con bolsas de agua caliente para la cama, eso quería decir que la habitación era bastante fría. Tenía estufas de gas para calentarla pero que por seguridad las apagamos a la hora dormir.
A las 04:30 de la mañana me levanté, miré por la venta y cuando vi la niebla que nos rodeaba sabía que el Everest lo vería en documentales o en libros. Me duché y salí fuera con la ilusión de que tal vez aquella espesa niebla se levantase. Me quedé con las ganas.
Después del desayuno nos pusimos de camino al valle del Pokhara. La verdad que es un bello recorrido, con unos paisajes maravillosos pero es un viaje tortuoso, primeramente porque es una carretera con un tráfico impresionante, sobre todo de camiones y en muchas ocasiones no hay posibilidad de adelantar o se averían por la carga tan exagerada que llevan bloqueando una parte de la carretera, segundo en algunos tramos había baches para dar y regalar.
Paramos para almorzar en un lugar que por los visto es donde llevan a los turistas, no estuvo mal pero nos hubiese gustado otro tipo de restaurante. Continuamos con nuestra tortura, fueron 204 km en los que invertimos 7 horas. Creo que la próxima vez lo hago en avión.
Nos acordábamos de las carreteras de Bhután, también con un sinfín de curvas y de montaña, pero claro está que no tenían el tráfico de esta.
Llegamos al Hotel Shangri-la Village, situado a unos 20 minutos en taxi o tuk-tuk de lo que es el centro de actividad comercial y restaurantes de Pokhara. Bastante aconsejable, lo único es que está un poco retirado.
Amaneció de un gris plomo y amenazando a lluvia. Temprano nos pusimos en marcha, Ram nos estaba esperando. Directamente nos dirigimos al templo de Bindhyabasini Mandir, ubicado en una colina al norte de Pokhara, fundado en el año 1845 y dedicado a Durga, en este templo se la ve como Bhagwati, un aspecto sanguinario de la diosa. Sacrificios de animales suelen llevarse a cabo los martes y los sábados, nosotros nos encontramos de lleno con ello, un hombre estaba sacrificando un gallo. Estuvimos un buen rato observando el fervor de la gente y sus rituales.
De allí nos fuimos a la Garganta de Seti, el rio que pasa por Pokhara ha tallado una garganta estrecha y profunda por el centro de la ciudad. De aquí obtienen la electricidad para la ciudad.
Le dijimos a Ram que deseábamos visitar el Pokhara antiguo, donde se pueden ver las casas newaris construidas en ladrillo y ornamentadas con ventanas de madera tallada. Nos quedábamos parados delante de las puertas de las casas y veíamos que muchas tenían patios interiores, entramos en algunos de ellos, estaban bastante abandonados pero lo que nos sorprendió en uno de ellos fue ver a cuatro personas jugando al parchís en un tablero enorme. Las calles con sus tiendas de cerámica y cestas le dan un aire nostálgico. Es un paseo que recomiendo.
Posteriormente fuimos a la Cascada del Diablo o como es conocida Patale Chhango, lugar donde el arroyo Pardi Khola desaparece bajo tierra. También se la conoce como las cataratas de David, en referencia a un visitante suizo que se cayó y fue engullido por el agua junto a su novia.
Continuamos nuestra visita al asentamiento tibetano de Tashi Palkhiel, uno de los más grandes de Pokhara de los cuatro asentamientos que tiene. Cada uno tiene su gompa (monasterio budista). Nos mostraron sus talleres donde tejen sus alfombras que pueden comprarse. Era enternecedor ver a las personas mayores hilando y trabajando la lana. Estos exiliados a pesar de que muchos han nacido en Nepal no tienen nacionalidad nepalí, ni papeles para poder trabajar, comprar una vivienda o abrir un negocio.
Nuestro recorrido ese día terminaría en el Lago Phewa Tal el segundo mayor lago de Nepal. En días despejados las montañas del macizo del Annapurna se reflejan en el agua, nosotros no tuvimos esa suerte porque hubo un momento que estando en la barca recorriendo el lago creíamos que nos iba a caer una tromba de agua descomunal. Nos dirigimos a una pequeña isla en el centro del lago, Varahi Mandin con un pequeño templo. Cantidad de estudiantes pululaban por allí y además deseosos de hacerse fotos con nosotros.
Nos despedimos de Ram, nos quedamos por la orilla del lago para ir a almorzar, todo estaba lleno de tiendas, restaurantes y hoteles. Recorrimos la zona y observamos que la mayoría de los turistas se concentraban allí.
Cansados nos fuimos al hotel, estábamos deseando llegar y darnos un masaje.