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Mercado de Talat Dao Heung, Pakse

Talat Dao Heung unos de los importantes mercados de Laos

 

 

Pakse, mercado
En el mercado de Talat Dao Heung

A la mañana siguiente del 10 de noviembre después del desayuno fuimos al gran mercado de Talat Dao Heung, es uno de los más grandes del país y famoso por sus productos frescos. Era increíble ver aquellos barreños llenos de ranas, comida que preparaban y las vendían en bolsas de plástico, los montones de guindillas puesta en el suelo al igual que los pescados, no sabía dónde dirigir la mirada, era fascinante la mezcla de productos y olores, me hubiese quedado todo el día allí para ver el ir y venir de aquella amable población.

Por mucho que el mercado me fascinase, teníamos que ir al Café Sisouk, punto de encuentro y salidaen autobús hacia las cascadas de Khong Phapheng que se caracteriza por sus enérgicos rápidos cerca de la frontera de Camboya , desde allí tomábamos el barco Vat Phou para hacer un crucero en el río Mekong y visitar templos del imperio de Angkor, pueblos y sobre todo el paisaje con sus 4000 islas.

El barco de madera con 34 metros de largo por 7,5 de ancho, decorado con sillones de ratán, sofás y tumbonas, tiene dos plantas, en la planta inferior se encuentra el restaurante, cocina y diez cabinas, en la planta superior la zona de relax, bar y dos cabinas más.

El crucero dura tres días y dos noches. Lo primero que haces al entrar es descalzarte “normas de la casa”, pero es una delicia ir todo el tiempo sin zapatos, la madera brilla de lo limpia que está. Los desayunos y almuerzo se hace en la planta superior y las cenas en el restaurante.

Pakse, mercado
Ranas, mercado de Talat Dao Heung

Nosotros éramos los únicos españoles, el resto del grupo eran franceses, suizos e ingleses. Hice amistad con dos señoras suizas del cantón alemán lo cual me vino estupendamente para practicar otra vez ese idioma y dos chicos franceses, uno de ellos hablaba español. Fue magnífico, podía hacer algo de vida social. El personal está compuesto por 14 empleados al cual más amable y servicial, estaba en un paraíso flotante.

Comenzamos el recorrido río arriba, el paisaje era espectacular, veía como la gente hacían sus vidas en la orilla del río, viven de él, la vegetación, aquellos enormes árboles, las islas, el tranquilo navegar del barco te invitaba a soñar, me sentía tan bien que quería quedarme allí. Lo primero que visitamos fue la isla de Don Khon, muy pintoresca por sus arrozales y rodeada de colinas con jardines llenos de vegetación, la vida transcurre tranquila y puedes alquilar una bicicleta para recorrerla. Hay dos islas grandes habitadas, Don Det y Don Khon, las islas constituían un enclave importante entre Saigón y Laos para poder repostar durante la época colonial francesa.

Los franceses construyeron una red de ferrocarril de vía estrecha entre ambas islas conectadas por un puente arqueado. El sueño francés de hacer del Mekong una vía a China nunca llegó a realizarse. Ninguna locomotora ha hecho el recorrido desde la Segunda Guerra Mundial. Eran pequeñas locomotoras las que hacían el recorrido, hay una expuesta en la isla de la empresa Siemens.

Don Khon es famosa por el cultivo de coco, bambú y ceiba. Si paseas por el pueblo observarás una buena cantidad de edificios derruidos de la época colonial francesa.

Cuando finalizó el recorrido volvimos al barco donde nos estaban esperando con una bebida de bienvenida para continuar el recorrido río arriba, el atardecer que teníamos en ese momento era un regalo que seguramente Buda me ofreció, me quedé sentada en uno de los sofás sola con mi bebida en mano como si estuviese en un cine pidiendo que aquello nunca acabase. Escribiendo este artículo siento que estoy de nuevo allí, me he transportado.

Pakse, mercado
Bar en el barco Vat Phou

Mi cabina era la número 12, estaba en la planta superior, me duche y tomamos todos un aperitivo, el barco había atracado y los mosquitos nos avasallaron, por ese motivo las cenas se daban en el restaurante. Esa noche el compañero de viaje tuvo un comportamiento bastante ineducado en el restaurante, la forma de dirigirse a los camareros fue vergonzosa, más de una vez tuve que agachar la cabeza por pasar vergüenza ajena, otras veces no me pude callar.

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