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Las tierras rojas de Dongchuan

Dongchuan

Dongchuan, la paleta perdida de Dios

Las tierras rojas de Dongchuan se encuentran en Huashitou ciudad de Xintian, a unos 170 km al noroeste de Kunming. Conocida como La paleta perdida de Dios, nombre que le hace justicia.

Extensos campos que según la temporada se visten de colores como rojos, amarillos, verdes, naranjas, etc, también reconozco que muchas de las fotografías que se exponen en internet tienen los colores bastante saturados, pero eso no quita la belleza de ese lugar.

Dongchuan
En Dongchuan, helada de frío

El trayecto desde Puzhehei a Dongchuan es de unos 500 km aproximadamente y unos 170 km desde Kunming, con una altitud de 1800 a 2600 m sobre el nivel del mar. La mejor época para visitar Dongchuan Red Land es de septiembre a febrero y de Mayo a Junio. Según Wu, nuestro conductor nos decía en que diciembre y enero la tierra tiene sus tonalidades más acentuadas, en primavera los campos se llenan de canolas.

Hay lugares como el Puente de la casa embaldosada, Music Hollow, Hit Horse Hole, el Jardin bordado, o el Sunset Valley, desde donde los amantes de la fotografía pueden disfrutar de magníficos  amaneceres o atardeceres.

El trayecto desde Puzhehei se nos hizo bastante largo, también tuvimos retención en una autopista de más de una hora, lo bueno es que la infraestructuras de las carreteras en la provincia de Yunnan son bastante buenas.

Dongchuan
Amaneciendo en Dongchuan

Hicimos un alto en el camino para almorzar, ni siquiera le preguntamos a Henry donde estábamos, ya sus explicaciones nos sobraban, durante todo el recorrido no llegó a explicar nada. Sin embargo el conductor Wu era de lo más agradable.

Cenamos un poco antes de llegar al pueblo de Luoxiagou donde nos hospedaríamos en el  Tianmei Hotel. La primera impresión del hotel no nos gustó mucho, además tuvimos que subir a una cuarta planta sin ascensor, sin embargo las habitaciones estaban bastante bien y limpias.

En recepción nos facilitaron una tarjeta con un plano donde se detallaba el camino y los miradores desde donde se podía ver amanecer sobre las tierras rojas, claro está que todo estaba escrito chino. Nos retiramos a descansar ya que teníamos que madrugar bastante. Nuestro guía se marchó, además no nos acompañaría al día siguiente.

Nos levantamos a las 6 de la mañana, desayunamos en la habitación el bizcocho que habíamos comprado la noche anterior. Cuando salimos para dirigirnos a los miradores era noche cerrada y hacia un frio horroroso, lo peor era el viento que hacía. Para el trayecto aconsejo que se lleven linternas. Nosotros nos guiamos por las personas que iban por el camino.

Dongchuan
Amaneciendo en Dongchuan

Mientras caminábamos íbamos haciendo paradas en algunos de los miradores que nos encontrábamos, todavía no había amanecido. Continuamos hasta llegar a un gran mirador y donde ya había bastante gente. Decidimos quedarnos en ese, había unas vistas maravillosas de un pequeño pueblo situado en la loma de una pequeña colina y las montañas estaban justamente detrás.

Busqué un lugar para poner el trípode y mi cámara, esperaba que en poco tiempo los rayos de sol fuesen apareciendo justo detrás de las montañas. Hice algunas fotos, pero el frío que hacía era horrible, lo peor era el viento tan fuerte que soplaba que hacía que el trípode se moviera, ni que decir de cómo me sentía yo allí parada esperando, hasta con guantes los dedos se me quedaron helados.

Al poco tiempo decidí desmontar el trípode y caminar para entrar un poco en calor, las fotos las haría a pulso.

Dongchuan
Trabajando las tierras de rojas

Poco a poco fue amaneciendo, los rayos de sol se iban filtrando e iluminando por partes la tierra. No salía de mi asombro al ver los colores de la tierra, era un capricho de la naturaleza, el color verde de las colinas más bajas que estaban cultivadas contrastaba con el rojo de la tierra y las tonalidades marrones. Pequeños pueblos salpicaba el valle hasta donde la mirada se te perdía.

Tranquilamente regresamos al hotel, subimos a nuestra habitación y comprobamos que no podíamos abrir la puerta, por más que lo intentásemos era imposible. Bajé a recepción e intenté explicar que no podíamos abrir, un señor me acompañó, cogió la llave y cuando la miró me hizo comprender que estaba en la tercera planta y no en la cuarta donde estaba nuestra habitación. Menuda vergüenza pasamos, creo que el fuerte viento nos sentó un poco mal.

Henry y nuestro conductor desayunaron en el restaurante del hotel, a las nueve nos poníamos en marcha camino a Kunming.

De regreso nuestro guía fue amable y paramos en algunos lugares para ver los maravillosos paisajes, hasta llegamos hacer pequeñas caminatas.

A lo lejos veíamos los campesinos trabajar duramente los campos, siembran trigo sarraceno, patatas y cebada.

Disfrutamos muchísimo de aquellos momentos  pero realmente fue un tiempo muy limitado, las tierras rojas de Dongchuan merecen una visita por los menos de dos días, me hubiese encantando ir de pueblo en pueblo y de campo en campo, pero desgraciadamente no nos quedaba más tiempo.

Dongchuan
Amaneciendo en Dongchuan

Llegamos a Kunming y directamente nos fuimos a comprar una maleta para mí. El viaje tocaba a su fin.

Le pedimos a Henry que nos reservase una habitación cerca del aeropuerto para ducharnos y descansar un poco antes de coger el avión, lo hizo en el Rainbow Interstellar Hotel y el cúal es muy recomendable. Nuestro vuelo salía a las 00:05 del 21 de noviembre. Él dio por hecho que no hacía falta que nos acompañase al aeropuerto, el coche del hotel nos haría el traslado.

Nos despedimos de Wu, Henry nos acompañó a la habitación para ver que todo estaba bien, desde la puerta se despidió diciendo “espero que hayáis disfrutado del viaje y que tengáis un buen regreso”. Escueto y parco en palabras hasta última hora, no fue ni para darnos la mano para despedirse. Es un señor el cual no recomendaría para hacer un tour y tampoco su agencia ya que él es el propietario.

El avión salió puntualmente, pero en mi vida he tenido un viaje de regreso tan accidentado como este.

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