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Laos, Champasak y el Vat Phou

Pakse, Vat Phou

Crucero por el Mekong

Hoy comenzábamos con nuestro crucero en el Vat Phou por el río Mekong, visitando poblados, algunas islas y deleitándonos con sus maravillosos paisajes, era la segunda vez que lo hacía.

El punto de encuentro es el Café Sinouk, muy cerca del Hotel Pakse. Debíamos estar allí a las 9,30 de la mañana para salir a las 10. Nos estábamos aproximando al Café Sinouk cuando de repente Bounthanh me vio, se quedó bastante perplejo pero se dirigió a mí dándome un fuerte abrazo delante de todo la gente (cosa inusual) y dijo, “has vuelto”. Le contesté que lo había prometido y que normalmente cumplo mis promesas, me contestó que todo el mundo dice que vuelve y nunca lo hace. Nos presentó a Eva Mirian, era la gerente del barco, una encantadora persona con la que pasamos unos días inolvidables en el barco. (He tenido el placer de volverme a encontrar con ella en Granada). Una barca nos llevó hasta Champasak, donde el Vat Phou estaba esperándonos. ¡Qué sensación tan magnífica volver a estar en él!.

Laos, Vat Phou
El barco Vat Phou

El Vat Phou originariamente transportaba madera de teca desde Vientiane al sur de Laos. En 1993 fue transformado en un barco crucero con 34 metros de largo y 7,5 de ancho. El diseño es inconfundiblemente oriental y desde que entras en el barco te sientes relajado, cosa que a nosotras nos sentaría estupendamente después de nuestras vivencias en las montañas. El barco tiene dos cubiertas, la inferior está formada por 10 cabinas, restaurante con aire acondicionado y cocina, la cubierta superior tiene dos cabinas, bar y unas zonas de recreo maravillosas, donde en la mañana se toma el desayuno. El personal lo forma 14 personas, con una amabilidad increíble y a su vez envidiable.

Mirian nos dio la bienvenida al barco además de una breve explicación sobre él. Yo le pedí si era factible poder ocupar una cabina de la parte superior, me encantaba salir por la noche a ver las estrellas y sobre todo ver amanecer cuando los pescadores comienzan a faenar. Tampoco voy a mentir, el bar estaba más cerca. Durante la estancia en el barco hay que ir descalzos, cosa que adoro.

En el restaurante del Vat Phou
En el restaurante del Vat Phou

Nos sirvieron la comida en el restaurante, tenía buen recuerdo de su buena cocina. Después del almuerzo Bounthanh nos llevaría al pequeño pueblo de Champasak  a visitar ruinas de Wat Phu, un antiguo complejo religioso jemer.

Hace 1.400 años fue la capital del imperio Chenla, una civilización que se extendía hacía el sur de Camboya, norte y oeste de Tailandia y hasta Birmania. Nada ha quedado de esa gran ciudad.

La grandeza de este templo reside en las ruinas de sus pabellones y en santuario dedicado al Lingam de Siva. Fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 2001. Inscripciones en sánscrito y fuentes chinas han demostrado que el lugar comenzó a ser objeto de veneración en el siglo V. Tanto Japón como Italia han presentado proyectos para ayudar a su estabilización de la parte sur de los antiguos canales ya que está en peligro de hundimiento por la constante erosión que el agua ejerce sobre el yacimiento.

La parte norte del canal se ha derrumbando completamente. Hay que ascender 84 escalones para alcanzar el Phu Pasak, conocido como Phu Khuai o monte Penis. Aconsejo que se lleven agua porque con el calor se hace dura la subida. Tampoco deben perderse la visita al museo al que se le han ido uniendo budas, dinteles, nagas y otras obras en piedra del Wat Phu y yacimientos vinculados a él.

Ruinas del Wat Phu
Ruinas del Wat Phu

Regresamos al barco que se puso en marcha para ir descendiendo por el río. Había una bonita armonía con los suizos y franceses, nos quedamos en la cubierta admirando el paisaje y bebiendo alguna que otra cosilla. Mirian al ser de madre española le encantaba hablar con nosotras en español y viceversa.

La cena se sirvió en el restaurante en la cubierta inferior, por las noches debido a los mosquitos la cena se sirve dentro. Después de la cena casi todos los ocupantes de las cabinas subimos a tomar una copa en los cómodos sillones y como siempre Herminia y yo fuimos las últimas en retirarnos.

Laos, Vat Phou
Río Mekong amaneciendo

Era todavía de noche cuando sentí al personal del barco ponerse en marcha. Algunos comenzaban haciendo estiramientos y otros con sus tareas de limpieza. Me faltó tiempo para salirme del camarote. Todos me saludaban y me ofrecieron té, no quería perderme el amanecer sobre el río Mekong, ver las primeras barquitas con pescadores lanzando sus redes, gente buscando lombrices en la orilla del río para usarlas luego para pescar.

Para la mayoría de la gente el río Mekong es su medio de vida, les aporta lo que necesitan para subsistir, aunque últimamente están preocupados, primeramente por el cambio climatológico y segundo por las presas que están construyendo los chinos. Tanto el amanecer como el atardecer es mágico en el río Mekong.

Pakse, Vat Phou
En el barco Vat Phou

El desayuno se sirvió en la cubierta del barco, placer tremendo, mientras navegábamos río abajo para llegar al pueblo de Huei Thamo. Era el día de descanso para los locales y había pelea de gallos, hombres se hacinaban junto a un improvisado palenque, casi  todos apostaban dinero y seguían las peleas con bastante animación, yo me aproximé lo suficiente para observar a la gente, pero no para ver la pelea.

En el pueblo la vida transcurre tranquilamente, mujeres con sus tenderetes ofreciendo bebidas y chucherías a los niños, otras dentro de sus casas haciendo redes de pescar y los niños jugando con lo primero que cogen o inventando algún juego. Continuamos caminando hacia el Ou Moung (Templo de Tomo). Se cree que fue construido a finales del s.IX, durante el reinado del primer rey jemer Yasovarman I. Se desconoce su función pero se cree que guarda alguna relación con el Wat Phu. Las ruinas incluyen una entrada con una serie de hitos distanciados y dos deteriorados gorupa (caminos ornamentados). El gorupa en mejor estado contiene una columna de piedra que parece un lingam, con dos caras esculpidas. Eso sí, durante el recorrido nos llamaba la atención los termiteros que había por doquier.

Pakse, Vat Phou
Bounthanh con los suizos comprando Lao Lao

Regresamos al barco Vat Phou, el personal nos esperaba amablemente para servirnos el almuerzo en la cubierta mientras seguíamos rumbo al sur. Después del almuerzo casi todo el mundo se retiró a descansar, bien a sus camarotes o en los cómodos sillones y colchones que había en la cubierta. Miriam, Herminia, Bounthanh y yo nos quedamos en la otra parte de la cubierta hablando, cambiando impresiones y sobre todo riendo, pues Herminia y yo acabamos jugando con las escobas simulando luchas.

Otra parada y Bounthanh nos llevó a todos a visitar el pueblo de Ban Deua Tia, pero antes de llegar al poblado nos llevó a una tienda a probar el Lao Lao, un licor que hacen de arroz y bastante fuerte, cuando lo probé parecía alcohol de 96º, pero nuestros amigos suizos compraron 5 litros de aquella bebida, era increíble lo que bebían, pero eran gente muy agradable y simpática.

Pakse, Vat Phou
Pelea de gallos en Huei Thamo

Los niños de la aldea salieron a recibirnos con esa sonrisa dulce y el brillo en sus ojos, ¡enternecedor!, sobre todo porque veía que carecían de las cosas más elementales que te puedas imaginar. Son bastante pobres en aquel lugar, viven de lo que la tierra les ofrece y el río. Bounthanh nos estuvo explicando durante el camino los árboles frutales que nos íbamos encontrando.

Comenzaba a atardecer, regresamos al barco donde nos esperaban con una bebida refrescante en la cubierta. Todos allí disfrutando del paisaje y el lento navegar del Vat Phou. Cuando ya ha anochecido el barco atraca en la orilla. Entonces es cuando entras en guerra con los mosquitos, porque al atardecer es cuando salen de cacería. Nosotras estábamos hablando con Miriam y unos cuantos mosquitos comenzaron a ponerse pesados, quise quitarme unos cuantos de un manotazo que sentía cerca de mi oído, con la mala suerte que el manotazo se lo di a mi pendiente que salió disparado al río Mekong. Cuando lo conté después de la cena todos se tronchaban de la risa.

La cena fue servida en el restaurante y como siempre exquisita. Era la ultima cena que hacíamos en el barco y nos presentaron a la cocinera a la cual felicitamos por su buen trabajo.

Laso, Vat Phou
Herminia en el pueblo Huei Thamo

¡Cómo no! Casi todos nos fuimos a la cubierta de arriba a tomar como siempre decimos la penúltima copa. Cuando todos se retiraron quedamos Miriam, Bounthanh, Herminia y yo con algunos más del personal. Mi amiga aprendió a doblar las servilletas como un camarero le enseñó, al final era ella la que le que dirigía el trabajo. No había habido momento desde que nos subimos al barco que no hubiésemos dejado de reír, en todo momento nos sentimos como en casa y todo ello debido al personal tan amable como a la gerente Miriam.

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