Kathmandu sobrevive
Como sabréis el 6 y 20 de septiembre del 2015 visité la ciudad de Kathmandú. Fue una visita corta ya que iba de paso hacía Bhután.
La verdad que estaba bastante expectante con lo que me podría encontrar allí después del terremoto que hubo el 25 de abril del 2015 y el 12 mayo respectivamente.
Cuando Narayan y Dorji me recogieron del aeropuerto y me llevaron al hotel pensé que no había sucedido nada. Katmandú seguía siendo una encantadora y caótica ciudad con su tráfico ensordecedor, polución y llena de gente. Me alojé en el hotel Manang de 3 estrellas situado en el famoso barrio Thamel.
Salimos a pasear por sus calles y pude contemplar que el barrio Thamel no estaba tan dañado como pensaba o habíamos vistos en las noticias. ¡Ojo! No quiero decir que no hay casas destruidas, las hay, pero muchísimo menos de lo que pensaba. Se puede pasear perfectamente y contemplar las maravillas que tienen, todavía te encuentras esos patios interiores con un pequeño templo, estatuas de Nandi y bellas ventas y puertas de madera elaboradas ricamente.
El pueblo nepalí intenta recobrar a marcha forzada el ritmo de su vida. Si es un pena ver sus tiendas, restaurantes y calles vacías de turistas porque el recuerdo que tengo es de un barrio ruidoso, intransitable y bullicioso. Todo eso es un lejano recuerdo para ellos que intentan sobrevivir como pueden.
Narayan nos llevó a cenar al restaurante Bhojan Griha Nach Ghar, www.bhojangriha.com, una casa antigua decorada con ricos artesonados. Sirven una excelente comida amenizada con danzas típicas nepalíes. La conversación que mantuvimos se centró en el desastre que hubo, claro está, que donde más ayudan necesitan son en los pueblos, donde ésta casi no ha llegado.
Comentaba que casi toda la ayuda que habían recibido había ido a parar a la capital, pero que hay pueblos enteramente destruidos, donde la gente duerme en tiendas de campañas y subsisten como pueden. En su pueblo no quedó ni una casa en pié, murieron 9 personas, y hasta su padre que tiene ahora 68 años tiene que volver a construir su casa, pero con alegría me dice “he tenido suerte, en mi familia no ha fallecido nadie”. Otro factor negativo es la corrupción que hay en el país.
A la mañana siguiente muy temprano salí sola por el barrio Thamel, Katmandú estaba despertando y la gente se esmeraba barriendo delante de sus puertas, preparar sus tiendas y seguir con la reconstrucción. Me agradaba ver como los niños jugaban en sus calles, como el señor mayor leía el periódico sentado en un escalón y lo mejor era que las marañas de cables de la luz seguían estando visibles.
Volví al hotel para desayunar, Narayan venía a recogernos porque teníamos que comprar material escolar para los niños de Gorkha. Me hubiese encantado poder entregárselo yo a los niños pero eran 5 horas de carretera tanto para ir como para volver, además de lo que hubiésemos tenido que caminar y mi avión salía a las 14:30 horas a Bhután.
El terremoto pasó y parece ser que todo ha quedado en el olvido. Otra cosa, es que no está llegando la información de cómo realmente se encuentra el país. Las rutas de trekking, menos una están todas abiertas y lo que nos encontramos en el barrio Thamel son unas pocas casas destruidas y otras apuntaladas.
La Plaza Durbar no pude visitarla pero si Bhaktapur.
A mi regreso de Bhután, Narayan me volvió a recoger del aeropuerto de Katmandú. Nos dirigimos directamente a Bhaktapur, sabía que tenía mucho interés en volver a ver uno de los Patrimonios de la Humanidad que tiene esa ciudad. La entrada cuesta 1500 rupias nepalíes.
Me encontré con una ciudad más limpia que la primera vez que la visité, muchos monumentos continuaban en pie, majestuosamente después de tantos siglos habían soportado los avatares de la naturaleza, los que habían sido dañados por el terremoto estaban siendo reconstruidos, ladrillos y maderas habían sido recopiladas y colocadas a sus pies esperando que manos artesanas los volviesen a colocar.
La Plaza de Taumadhi mostraba orgullosa su historia gloriosa, ejemplo de la ingeniería y arquitectura de los templos de tejados múltiples. La Plaza de los Alfareros continuaba con su producción, los tornos con pedales siguen girando y manos dando forma a las vasijas de arcilla e hileras de ellas están colocadas en la calle para que se sequen al sol. La Puerta Dorada coronada con un friso de divinidades hindúes y el Palacio de las 55 ventanas continuaban mostrando su esplendor. Muchas fuentes siguen funcionando y la gente acude a lavarse y lavar sus ropas.
El trabajo que están haciendo es magnífico, son conscientes que sus ingresos dependen del turismo y es lo que ahora mismo les falta. Los restaurantes con vistas a las plazas están casi vacíos y los tenderos te sonríen al verte pasar con la ilusión de que alguien entre y les compre un souvenir.
No quiero crear una imagen falsa de esta ciudad cómo si no hubiese pasado nada, vuelvo a repetir que sí hay casas derruidas, otras apuntaladas, pero pueden pasear y hacer cientos de fotos porque sigue teniendo un rico patrimonio.
Le pregunté a Narayan que cuanto tiempo pensaba que haría falta para la reconstrucción de Bhaktapur, me contestó que otro medio año como mucho uno. Creo que era su ilusión.
Pero no solo hay que centrarse en sus monumentos, en el mismo Bhaktapur hay un asentamiento de personas que viven en tiendas de campañas en condiciones muy precarias y preocupados por el frío y la lluvia, con un cartel en alemán que pone “schnelle Hilfe ohne Grenzen” = “”, esto es también una realidad.
La información que he dado es de lo que he visto en situ.