El condado del norte
Esta vez he visitado el estado de Uttarakhand, en sánscrito “condado del norte”, que se convirtió en el estado número 27 de la India el 9 de noviembre del año 2000, antes formaba parte de Uttar Pradesh. Limita al nordeste con el Tibet y al sudeste con Nepal. La mayor parte está cubierta por los límites del Himalaya y glaciares y la parte baja por densos bosques. El río Ganges y Yamuna nacen en este estado. Ashok Kumar Kaisav fue quien luchó y murió por la independencia (el 2 de octubre de 1994 Ashok Kumar iba con otros activistas a Delhi para manifestarse a favor de la independencia del estado de Uttarakhand, en un lugar llamado Rampur la policía les ordenó detenerse y en la oscuridad cerca de las montañas abrieron fuego contra ellos, muriendo siete activistas incluido Ashok).
No ha sido un viaje de palacios y fuertes, donde el esplendor de los Maharajá nos deslumbra y nos hace soñar con los cuentos de las Mil y una Noches, ha sido convivir con gente de la vida rural, visitar un barrio pequeño de intocables, hablar con sacerdotes y hacer el ritual a la diosa Kali, caminar por los campos y ver el duro trabajo que realizan las mujeres, visitar una mujer chamán. Ha sido un cúmulo de vivencias y experiencias que no me han dejado indiferente.
Por la noche cogí el autobús desde Granada que me llevaba directo al aeropuerto de Madrid, volé a Delhi vía Abu Dhabi y desde allí a Dehradun, la capital del estado de Uttarakhand. Una vez allí tenía que continuar hacía el norte, unos 200 km que traducidos en tiempo sería unas 6 horas. En el aeropuerto me esperaba Mayank Bisht, el ha sido mi guía y amigo durante todo el recorrido. Nuestro medio de transporte fue un taxi, después de tantas horas de vuelo quería llegar lo antes posible, porque también pueden desplazarse con algún autobús público o jeep, estos últimos son muy utilizados para los desplazamientos entre pueblos. El precio para los 200 km y seis horas de viaje fueron unos 60 euros.
La carretera era curva tras curva y muchos tramos estaban en obras, los monzones habían provocado infinidad de desperfectos y desprendimientos, pero la belleza del paisaje contrarrestaba el sufrimiento de los baches.
Hicimos parada en Srinagar en el Shivika Hotel & Restaurante, teníamos que comer algo, nos quedaban unas pocas horas de camino.
Srinagar es una de las ciudades más grande de las colinas de Garhwal, la última ciudad de las llanuras y a partir de aquí comienzan las montañas.
Hacía un calor sofocante, a pesar de todo nuestro chofer nos llevaba con las ventanillas del coche abiertas, me imagino que no quería poner el aire acondicionado para así consumir menos, así que tragamos polvo por kilos, me tocaba el cabello y parecía un estropajo.
Mientras ascendíamos hicimos parada en algunas diminutas poblaciones para comprar algunos alimentos. En el mercado de Ukhimath buscamos frutas para tomar en el desayuno y a la salida de este pueblo el chofer paró y se fue con Mayank a comprar pollo.
Yo me quedé en el coche pero a los dos minutos estaba en la calle haciendo fotos. Unos chavales jugaban al carrom, un tablero de madera con una estrella pintada en el centro y un cuadrado, juegan con fichas blancas y negras y a estas las embadurnan con polvos para que se deslicen mejor, por lo que deduje es que tenían que ir expulsando las fichas por las esquinas del tablero que tiene unos agujeros, se parecía al billar, pero solo que las fichas eran impulsadas con los dedos. Lo que me sorprendió es que los que se dedicaban a hilar la lana son los hombres y lo hacen mientras caminan o miraban como jugaban al carrom. En frente de los chavales había un señor sentado delante de una tienda en un poyete, era de los que se dedican a rezar y vive de lo que la gente les da, todos los días que pasamos con el jeep nos lo encontramos en el mismo lugar.
Llegamos al pueblo de Sari Gaon, donde nos quedaríamos una semana y desde allí hacer varias excursiones. Nos alojamos en la casa de huéspedes de Hira Singh Negi. (tanto Hira Singh como Mayank Bisht son de la casta de los rajput), de la cual hablaré en otro artículo. Muchos, sobre todo los señores mayores se dejan una especie de coleta.
Era una habitación atiborrada de muebles, ventanas sin cristales, solo con postigos de madera y un baño con un servicio de agujero en el suelo y un grifo para llenar cubos para ducharte. Como decimos en mi tierra “se me abrieron las carnes”, no sabía si quedarme o salir corriendo, pero en aquel pueblo no había a donde ir. Así que me armé de valor y me dije que solo era para una semana. No hice ninguna foto de mi habitación.
Mientras la mujer y nuera de Negi preparaban la cena, Mayank, Negi y el chofer se quedaron fuera hablando y yo me di una ducha de agua fría, mientras me preguntaba que qué puñetas hacía yo allí. Tengo que decir que a pesar de algunas incomodidades me lo he pasado maravillosamente.
La cena consistió en arroz, pollo, calabacín y roti, estaba todo delicioso, además Dilma Devi Negi la dueña de la casa de 56 años tuvo la amabilidad de cocinar y no poner picante a mi correspondiente parte. A continuación me fui a descansar a esa maravillosa habitación, estaba muy cansada.