Dando las gracias a sus Dioses

A la mañana siguiente, aunque seguía nublado, nos pusimos rumbo al Valle de Kullu.  Primeramente nos dirigimos hacia el sur de Dharamshala, queríamos visitar el valle de Prashar. La carretera estaba en un estado deplorable, ahí es donde empecé a ser consciente del daño que ese año habían hecho las lluvias, los deslizamientos de barrancos se había llevado todo lo que estuvo a su alcance, era demoledor.

Paramos en un lugar llamado Kotropi, donde el 13 de marzo de 2017 hubo un gran deslizamiento donde se perdieron muchas vidas humanas, muchas de las cuales, según me comenta Rinku no han sido todavía encontradas, la gente de aquella zona la llama “la zona de los fantasmas”. Hicimos un alto en el restaurante a pie de carretera, Chawlas2, donde la comida es bastante buena.

Continuamos nuestra ruta hacia el valle, la destrucción que habían provocado los monzones era horrorosa, casas, restaurantes, campings, y sobre todo la carretera, todo destrozado, el río se lo había llevado todo por delante. Los paisajes eran maravillosos, el verde de la vegetación era increíble, pero habían pagado un precio muy alto.

A veces llovía, a veces aparecía el sol. Nos estábamos aproximando al templo Shri Parashar Rishi. Cantidad de coches estaban aparcados en el arcén de la carretera, se veía una gran confluencia de gente. Subimos la colina, puestos de comida y bebidas llenaba una gran explanada.

Tuve suerte, ese día estaban celebrando una fiesta a un dios local. Según me dice Rinku, la gente que estaba allí, habían llevado al dios de su aldea en procesión. Permanecían allí durante todo el día y posteriormente regresaban a su aldea con su dios otra vez en procesión. Los campesinos que por causa de la lluvia no pueden trabajar, un día le dedican ofrendas y hacen el recorrido al templo para pedirles por una buena cosecha y dar las gracias.

El templo está situado a unos 2730 metros de altitud, hay un pequeño lago de unos 300 metros de perímetro, dentro del lago hay un pequeño islote que se va desplazando dentro del mismo. Se dice que el lago se formó por un golpe de una vara por Rishi Prashar y el agua salió y tomo esta forma de lago. El templo está dedica a Rishi Prashar, el dios patrón de la región de Mandi. Fue construido por el rey Ban Sen en los siglos XIII y XIV. También se dice que todo el templo se construyó utilizando un solo árbol cedrus deodara (cedro del Himalaya) y que tardaron 12 años en su construcción.

Al no ser hindú, no pude entrar en el templo, pero realmente no me hizo falta porque disfrutaba viendo a la gente con sus trajes tradicionales y del ambiente. En la explanada, frente del templo, unos hombres sentados en el césped, de espaldas al templo hacían sonar sus instrumentos, otros bailaban blandiendo pañuelos en sus manos girando alrededor de la explanada, en el centro estaba su dios, al que habían llevado desde su pueblo en procesión, unos llevaban sus típicos gorros, otros no, las mujeres cerca de los músicos y su dios, yo espera que ellas bailasen, pero no lo hicieron mientras estuve allí. ¡Era sensacional!

Subí una pequeña colina enfrente del templo, desde donde la panorámica era de postal, de pronto una fina niebla fue cubriéndolo todo como si de magia se tratara y se disipaba a la misma velocidad. La estampa que tenía delante de mis retinas me dejó durante un buen tiempo absorta, el ir y venir de las nubes, parecía que llegaban y se iban al son de la música y de los bailes. Era una gran suerte poder observar una de sus fiestas locales y costumbres. De regreso al coche volvimos a pasar por todos los puestos de comidas, probamos un dulce que fríen en aceite, no estaba mal, pero para mí estaba demasiado dulce, paramos donde una señora vestida con su traje típico estaba con sus hijos y aprovechamos para hacernos unas fotos.

Continuamos hacía el valle de Kullu, la carretera se hizo insufrible, llena de baches y más baches, en otras partes era solo un camino lleno de piedras, creía que jamás íbamos a llegar, y para colmo de vez en cuando llovía. Los paisajes eran espectaculares, montañas llenas de vegetación, que de vez en cuando eran absorbidas por las nubes, dando paso a valles llenos de misterio y nostalgia.

Muchos hoteles estaban cerrados, la temporada no había comenzado bien, y algunos de ellos estaban destruidos o reconstruyéndose. Al final nos quedamos en el Gaurson’s Cottage en