Aukana, una impresionante estatua de Buda
Al sur de Anuradhapura, cerca de Kekirawa se encuentra el Buda de Aukana, una estatua que fue tallada en una roca de granito, uno de los mejores ejemplos de estatua erguida
Puntual nuestro chofer Thilak nos esperaba a las 8:30 horas para comenzar nuestro recorrido por el triangulo cultural. Nos dirigíamos hacia Aukana. Hicimos una parada en el Lago Kala Wewa construido en el siglo V d. C. por el rey Dhathusena, es inmenso, y se te hace difícil pensar como en aquella época pudieron construirlo, desde el lago salen canales para el regadío y las mujeres también se bañan en ellos al igual que lavan la ropa. Lo que nos asombraba era la vegetación y los paisajes, no sabías donde mirar.
Llegamos donde estaba el Buda de Aukana (en cingalés “se nutre del sol”) de unos 15 metros de altura y en perfecto estado de conservación, data del siglo V, según las leyendas que lo sitúan durante el reinado de Dhatusena, o del siglo XII, según otros expertos.
De allí nos dirigimos a Anuradhapura, forma parte de los dos grandes grupos de ruinas budistas medievales del país. Fue la principal capital de los reinos cingaleses independientes, estatus que mantuvo durante 1000 años, entre los siglos IV antes de Cristo y XI de nuestra Era. El rey Pandukabhaya (437-367 a. d C) ordenó la planificación de la ciudad. Fue por primera vez capital del reino en el año 387, con el rey Devanampiya Tissa alcanzó un gran apogeo y es cuando llegó el budismo a Sri Lanka. Fue entonces cuando comenzaron la construcción de grandes edificios y las primeras murallas las mandó a construir el rey Kutakannatissa. La ciudad cayó varias veces en poder de los ejércitos invasores provenientes de la India y el caudillo Dutugemunu (161-137 a. de C) la reconquistó para los cingaleses.
Lo primero que visitamos fue Sri Maha Bodhi (el árbol sagrado) que está fuera de las ruinas. El árbol ha crecido a partir de un esqueje de la higuera de Bodhgaya, en India, bajo la cual Buda obtuvo la iluminación. Ha estado custodiado durante 2000 años. Las mujeres iban vestidas de un blanco inmaculado y algunas se tumbaban completamente en el suelo delante del árbol para rezar. Había un señor que estaba acompañado de toda su familia e iba en sillas de ruedas que nos llamó tremendamente la atención. Le hice preguntas a Thilak y me contó de que estaba muy enfermo y sabía que iba a morir por eso quiso desplazarse con toda su familia y visitar el árbol sagrado y la Daboga Ruvanvelisaya. Entramos al recinto donde estaban las ruinas y junto a la entrada nos encontramos con el Palacio de Bronce, que en sus tiempos tuvo un tejado de bronce, se puede apreciar los restos de más de 1500 columnas de lo que fue un enorme palacio, construido por Dutugemunu hace mas de 2000 años y reconstruido por el rey Parakramabahu en el siglo XII. Caminamos bajo un sol de justicia y la humedad creo que llegaba al 80% por el recinto hasta llegar a la Dagoba Ruvanveslisaya de 55 metros de altura. Es una enorme pagoda encalada de blanco puro y rodeada de un jardín que data del siglo II de nuestra era. Las mujeres estaban sentadas en el suelo orando con absoluta devoción. Nos volvimos a encontrar con el señor en sillas de ruedas, su rostro transmitía paz. Para entrar al recinto de la Dagoba debíamos ir descalzos y los pies se nos quemaban, íbamos buscando las sombras que escaseaban mucho.
Volvimos por el mismo camino y ahora los monos se habían adueñado de los jardines, estaban por todas partes, parecían los dueños del lugar. Una mujer dormía plácidamente bajo un árbol y la verdad que la hubiese acompañado, el calor era sofocante. También comenzó a nublarse y temíamos que nos sorprendiese la lluvia en aquel lugar. Según Thilak era época de pequeños monzones.
Le pedimos que parásemos en cualquier lugar para beber algo fresquito pues creíamos que nos íbamos a deshidratar.
Proseguimos con nuestra visita a Isurumuniya Vihara, templo tallado en la roca es un templo budista cerca de Tissa Wewa. Sus orígenes se remontan al reinado de Devanampiya Tissa a mediados del siglo III antes de Cristo, quién gorbernó la antigua capital de Sri Lanka de Anuradhapura. El templo lo construyó después de que 500 niños de casta alta fueran ordenados para residencia de ellos.
El rey Kasyapa I (473-491 d.C) renovó dicho templo y lo llamó «Boupulvan, Kasubgiri Radmaha Vehera«.
Lo mejor de este lugar son sus tallas en la piedra, como la de los amantes, una especie de guerrero sentado y detrás de él una cabeza de caballo. Sobre las figuras de los amantes de Isurumuniya hay varias leyendas. Una es la que representa al hijo de Dutugemunu, Saliya y la doncella Asokamala de casta baja, de la cual estaba enamorado. El renunció al trono por ella. Otra dicen que es el Dios hindú Shiva con su consorte Parvati. Dentro te encuentras un Buda reclinado con las vestiduras de color naranja esperando el nirvana. Subimos a lo alto de la roca o templo para admirar el paisaje, pagodas, etc.
Nos fuimos a almorzar al The Grand Tourist Holiday Resorts & The Cadjan Restaurant, escogido por la agencia, era tipo bufé. Nos dieron una mesa en la terraza junto a la baranda con unas vistas hermosas, pero no tardamos en tener que cambiarnos, el viento empezó a soplar con fuerza y tiraba los jarrones de flores, a levantar el mantel y llegó un momento que se hizo incomodo. El cielo se puso negro acompañado de truenos y relámpagos, pensaba que caería una tormenta tremenda pero no llovió nada y el viento se aplacó en cuestión de segundos. El restaurante es un lugar agradable y la comida buena y los camareros estuvieron pendientes todo el tiempo de nosotras. Pedimos la cuenta que fueron al cambio como unos 17 euros, incluidas las bebidas, precio bastante asequible para nosotros pero para la gente local impensable, teniendo en cuenta que la cerveza es de 660 ml y oscilaban siempre entre los 2,50 y 3 euros.
Ya estaba el primer día del tour terminado. Thilak nos llevó a la ciudad de Habarana que en sí no tiene mucho que ver, dimos unas cuantas vueltas por la calle principal, queríamos entrar en los supermercados y comercios, ver como se desarrollaba la vida por allí, pero lo que más me gustó fue que delante de una tienda había cajones y cajones llenos de huevos, también una tienda de bebidas alcohólicas, el mostrador lo separaba de la tienda una especie de reja de hierro pintada en un azul fuerte y a la altura del mostrador la reja tenía varias formas de una botella que es por donde se expedían las bebidas. Vuelta al hotel para cenar y descansar. Por las noches nos gustaba sentarnos delante de nuestra habitación y disfrutar del silencio.