El Taktsang Monastery o el Nido del Tigre
A las cinco de la mañana nos recogieron en el hotel para subir al Taktsang Monastery, conocido como el Nido del Tigre, uno de mis grandes sueños.
Había amanecido nublado amenazando a lluvia y hacía frío. Teníamos que conducir unos 9 km al norte de Paro hasta llegar a un parking y desde ahí comienza en duro ascenso hacia el monasterio y cuando miras donde está situado te parece que está en el fin del mundo.
Comenzamos a subir con el estomago vacío, no habíamos desayunado todavía y creía que me iba a morir, pues para mis amigos como para mí el desayuno es la comida más importante, la suerte es que llevaba nueces y agua.
Cuando llevábamos una hora caminando paramos en el restaurante View Point a desayunar, “juro que aquel arroz nos supo a gloria”, la carne picante por la mañana no podíamos comerla, también nos pusieron unas verduras y té. Desde el mirador del restaurante teníamos una vista magnifica del famoso monasterio, pero todavía estaba bastante lejos. Así que continuamos nuestra caminata, que en total son unas 3 horas y bastante duras.
Mientras ascendíamos el color que tenía vegetación es de esas cosas que creo que jamás se olvida en la vida, los bosques mostraban sus colores otoñales, entre amarillo, rosa, verde, una paleta de colores digna de un gran pintor, era como en un cuento y sobre todo cuando caminábamos entre las nubes, la imaginación volaba y pensaba que solo faltaba el unicornio.
La ciudad de Paro está a unos 2235m de altitud y teníamos que ascender 900 metros, no sufro del mal de alturas pero ese día las piernas no me funcionaban como debían, creía que no llegaba, maldije el tabaco y algo más pero cada vez que nos acercábamos más al monasterio me daba fuerza para continuar. Comenzó a caer unas gotas, pensaba que eso era ya lo que nos faltaba , pero al final tuvimos suerte y no llegó a llover.
Me daba vergüenza que personas mucho más mayores que yo me adelantasen en el camino, ¿pero que le iba a hacer?, seguir y seguir.
En el último tramo hay que descender un camino con escalones y debo advertir que si ha llovido hay que ir con bastante precaución, el suelo está resbaladizo. El sacrificio tuvo su recompensa, contuve la respiración al tenerlo frente a mí, el monasterio construido en lo alto de una roca y mirando a un precipicio. Era pura magia y la nubes lo hacía todo más místico.
El enclave del monasterio era espectacular, pero cuando quisimos entrar tuvimos que dejar móviles, bolsos y lo más penoso la cámara de fotos, después del esfuerzo hasta llegar allí no podíamos hacer ni una foto en el interior, está totalmente prohibido. Es el monasterio más famoso de Bhután además de lugar sagrado. Según la leyenda Guru Rinpoche llegó volando a lomos de un tigre desde el Tibet para someter al demonio local, él fue quien introdujo el budismo en el país. Milarepa (yogi y poeta del Tibet) meditó en este lugar y Thangtong Gyalpo descubrió y reveló un texto secreto. El monasterio empezó a construirse en 1692. En 1998 sufrió un incendio destruyendo la estructura principal y su contenido. Su reconstrucción comenzó en abril de 2000.
El gobernador de Paro, Gyalse Tenzin Rabgye construyó el primer templo Pelphu Lhakhang, alrededor de la cueva donde Guru Rinpoche meditó. Dentro del complejo hay varios templos.
Si la subida fue dura, la bajada no fue para menos, cuando terminamos a mí por lo menos me temblaban las piernas y el alma, si os aconsejo que llevéis un calzado adecuado. Para los que no quieran subir caminando lo pueden hacer a lomos de un caballo.
Cuando llegamos cerca del parking nuestro conductor Dawa nos estaba esperando un poco impaciente, nos dijo que fuimos los primeros en subir y los últimos en bajar (era broma), yo le dije que me acordé de todos mis antepasados y de Guru Rinpoche.
Me atreví a preguntarle donde podía fumarme un cigarrillo, era la primera vez que hablaba con él sobre el tabaco, entonces nos apartamos del camino y nos escondimos como colegiales a fumar detrás de unos arbustos, el también fumaba como mucha gente del país a pesar de la prohibición, luego Tchencho y Carmen se unieron a nosotros.
Posteriormente nos llevaron al hotel para almorzar y cuando terminamos nos recogieron para visitar el Dzong de Paro. Un Dzong es un monasterio fortaleza, hoy en día casi todos los Dzong la mitad del edificio es monasterio y la otra mitad oficinas del gobierno.
Comúnmente conocido como Rinpung Dzong “fortaleza que se sienta sobre un montón de joyas”. En 1644 Zhabdrung Ngawang Namgyal ordenó su construcción, es el mejor ejemplo de la arquitectura butanesa. Era maravilloso ver sus grandes patios interiores con sus ventanas y puertas decoradas, ese antiguo puente colgante de madera que hay a la entrada, aquellas escaleras empinadas no aptas para personas que sufran vértigo, los monjes estudiando o trabajando, era otro mundo, pero había paz y silencio. El Dzong fue utilizado para defender el valle de Paro de las invasiones del Tibet. Sobrevivió a un terremoto en 1897 y quedó seriamente dañado por un incendio en 1907. Escenas de la película “El pequeño Buda” de Bernardo Bertolucci fueron rodadas en el Dzong en 1995.
Una vez terminada la visita nos llevaron a una tienda de artesanía, las mujeres estaban sentadas en el suelo delante de sus telares tejiendo telas de seda para sus trajes típicos, los precios son bastante altos.
Nos fuimos a dar un paseo por Paro pero es que no había muchos lugares donde ir o más bien ninguno, hacía frío y le pedimos a nuestro guía y conductor que nos llevase a algún local donde tomar un té. Bueno, aquello era una tienda que vendía de todo. Nos sentamos alrededor de una mesa grande, la televisión estaba encendida y esperamos a que la Sra., hiciese el té. No sé como describir aquello, me recordaba aquellas tiendas antiguas que tenían de todo pero aquí además te servían bebidas y algunas cosas para comer. Todos los que se encontraban en el interior nos observaban y sabíamos que hablaban y le preguntaban a nuestro guía sobre nosotros, la curiosidad les podía.
Llegamos al hotel anocheciendo. Quisimos darnos un masaje pero todo estaba ocupado.