En el país de la felicidad
El nombre local del país Druk Yul que significa “la tierra del dragón del trueno” debido a que en las creencias locales los truenos son el sonido de los dragones rugientes. Bhutan puede derivar de la palabra del idioma sánscrito Bhu-Uttan que significa “Tierras Altas” aunque hay varias teorías.
País donde la televisión e internet estuvieron prohibidos hasta 1999, tal vez por ese hermetismo en el que estuvo encerrado, fue lo que me llamó tanto la atención y decidí visitarlo en noviembre del 2011. Quedé tan impresionada y enamorada del país que cuatro años más tarde decidí volverlo a visitar y no descarto una tercera vez.
Bhutan no puedes visitarlo por tu cuenta, desde que entras hasta que sales, siempre estarás acompañado por un guía y un conductor y todo está organizado, como las comidas, visitas, traslados. Tampoco es un país barato, eso de los 200 dólares en temporada baja y 250$ en temporada alta es verdad, pero está todo incluido, lo único que pagas es la bebida que te tomas a la hora de comer, prácticamente allí gastas poco dinero.
Durante los cuatros años desde mi primera visita mantuve contacto con el conductor que tuvimos, Dawa Norbu y él fue quien me puso en contacto con Dorji Wangdi, y organizó mi viaje. Le comenté que estaba interesada en volver a visitar algunos monumentos como el Dzong de Punakha, El Nido del Tigre, Trashi Chhoe Dzong y otras más, pero en realidad quería conocer el este de país, sobre todo la vida rural y mezclarme más con la población.
Desde primeros de abril del 2015 hasta septiembre, fecha de mi viaje, estuvimos en contacto y siempre terminaba diciéndome que se haría lo que yo quisiera. No hay que olvidar que en el visado pone las poblaciones que visitas y el hotel donde pernoctas. Tal vez, al ir sola como iba esta vez tendría más libertad para moverme por mi cuenta que la primera vez.
Volé desde Katmandú vía Paro con la línea aérea Druk Air que procedía de Delhi. Para poder ver la cordillera del Himalaya tenéis que pedir ventana a la izquierda y de regreso ventana a la derecha, si voláis desde Katmandú. No os vais arrepentir.
El aeropuerto de Paro es pequeño, además catalogado como uno de los más complicados y peligrosos del mundo. El avión hace su entrada entre montañas y pienso en la pericia que tienen que tener los pilotos. Dorji me comentó que cuando el rey de Jordania visitó su país y voló con su avión privado, fueron pilotos de Bhutan los que pilotaron el avión. Las vistas son espectaculares, granjas en lo alto de las colinas, todo rodeado de bosques y de frente estás viendo el Paro Dzong. Me emocioné tanto como la primera vez.
Bhutan está declarado país no fumador (aunque fuma hasta el gato) no puedes hacerlo en vías públicas, ni en restaurantes, si quieres fumar tienes que hacerlo en un parking o zonas privadas y no muy visibles al público. Pueden multar, si lo queréis evitar se puede pagar un impuesto para poder fumar. Yo no la pagué.
Al pasar los controles, me estaban esperando Dawa y su hija Sonam Shelkhar, la cual no me la esperaba, fue una sorpresa que me dio mucha alegría. Así que los cuatros nos pusimos rumbo a Thimphu. Una hora de camino (54km), buena carretera que discurre primeramente entre el valle de Paro y luego se abre a campos llenos de granjas.
Hicimos una parada en un restaurante indio a mitad de camino con una vistas preciosas, pero solo pude comer muy poco porque el picante que le pusieron era demasiado para mí.
Veo que Dorji se pone la chaqueta y me dice que hace un poco de frío, me puse las manos en la cabeza, yo que lo paso bastante mal en invierno y odio el frío, pensé en la ropa de invierno que había llevado porque ellos me habían comentado que hacía frío, pero la temperatura era muy agradable.
Me alojé en el Hotel River View, con unas vistas espectaculares sobre la ciudad de Thimphu. Me dieron aproximadamente una hora de tiempo para irnos a cenar. Me acompañaron Sonam y su amiga Melam Zangmo, dos encantadoras mujercitas de 18 años que no paraban de hacer preguntas y contarme sus sueños.
Amaneció totalmente nublado, creía que llovería bastante. Me hubiese encantado irme andando a la ciudad, pero Dawa me lo desaconsejó por el peligro de ser atacada por los perros. Hay bandadas de perros por todos los sitios, en la ciudad es difícil que te ataquen pero por los caminos, campos es probable y más si vas sola, me comentó que el fue una vez mordido. Si aconsejo para los que tienen el sueño un poco ligero se lleven tapones para los oídos, porque se pasan toda la noche ladrando. Esperé a que me recogiese y comenzáramos a visitar lugares.
El primer lugar al que nos dirigimos fue al Kuensel Phodrang (Buddha Viewpoint).Una estatua enorme de Buda de 51.50 metros en lo alto de una colina y con unas vistas maravillosas hacia la capital, Thimphu. La estatua es de bronce y dorada en oro, alberga en su interior 125.000 estatuas pequeñas de Buda. El costo de la estatua de Buda es de 47 millones de dólares, financiado por China, y el de la obra total 100 millones. En la sala de meditación que no pude entrar al no estar acabada se escribirán los nombres de los patrocinadores. Es un Buda Shakyamuni. Se construyó para conmemorar los 100 años de la monarquía de Bhutan. En el siglo XX un famoso yogui Sonam Zangpo dijo que se construiría para traer la paz y felicidad en el mundo entero.
Quise volver al National Memorial Chorten, construido en 1974 por Thinley Norbu según el Nyingma (tradición del budismo tibetano) en honor al tercer Druk Gyalpo Jigme Dorji Wangchuck. No recoge restos humanos solo la foto del Druk Gyalpo. Jigme Dorji quería construir un chorten para representar la mente de Buda.
La planta superior está dedicada a la enseñanza del Lama Gongdu.
Me encontré el National Chorten a rebozar de gente, muchos caminando en sentido de las agujas del reloj alrededor del monumento, otros sentados haciendo girar las grandes ruedas de oración, otros descansando a la sombra, algunos se tumbaban en el suelo boca abajo rezando. Había como una especie de carpas montadas en el césped donde mayores se resguardaban del sol para rezar y en otra los monjes recogían los donativos que la gente hacía dándote un recibo por la cantidad entregada. Pero lo simpático era ver a un niño de unos 2 años vestido con el traje típico del país (Gho) jugando con las palomas.
De regreso, casi al final de mi viaje volvería a visitarlo. Disfruto de este lugar porque puedes ver la devoción de la gente desde la mañana bien temprano hasta la noche, se respira tranquilidad y además creo que para los ancianos es un punto de encuentro y mantener charlas con sus amigos.
Después conseguí dar una vuelta por la ciudad sola mientras Dawa me cambiaba dinero en el banco y hacía unas compras para el viaje. La moneda del país se llama Ngultrum (1 euro=71 ngultrum). En la Plaza de la Torre del Reloj estaban preparando el escenario y asientos para los festivales de máscaras de Thimphu.
Seguí caminado tranquilamente y me dirigí a una rotonda donde un policía dirige el tráfico, es digno de ver los movimientos que hace con los brazos, parece más una danza o ritual. En la capital no hay semáforos.
Me dirigí donde Dawa me esperaba con el coche, quise volver a visitar la reserva del Takin. El takin fue elegido animal nacional de Bhutan por su fuerte asociación con la religión del país, historia y mitología, (hay una leyenda que más adelante la contaré). Tiene una mezcla entre bisonte y ñu. En verano suelen emigrar a los altos prados a más de 3700 m de altitud. Es un animal extraño y nada bonito, pero tuve que volver a visitarlo.
El almuerzo lo hice en Cousin Restaurant Cum Bar, en el centro de la ciudad y en una tercera plata. Es de los restaurantes que trabajan con las agencias de viajes, comida bufe pero bastante buena.
Thimphu la capital de Bhutan ofrece mucho para visitar, entre ellos el Changangkha Lhakhang encaramado en una colina donde solo se oye el murmuro de los peregrinos. Fue construido en el siglo XII por el Lama Phajo Drugom Zhigpo que procedía de Ralung en el Tibet. Es un lugar donde los padres vienen para pedir nombres auspiciosos para sus hijos recién nacidos o para que los bendigan por la deidad Tamdrin. Tuvimos que esperar un rato para que un monje nos abriese en templo. Es un lugar bastante tranquilo para ver con el fervor y devoción con el que reza la gente en el patio. Las vistas sobre el valle de Thimphu son espectaculares.
Otro de los lugares que quise volver a visitar fue el Trashi Chhoe Dzong, no obstante tuve que volver al hotel y cambiarme de ropa, Dawa me comentó que debería ponerme algo de media o larga manga para acceder al Dzong.
La hora para visitar esta fortaleza monasterio es a las cinco de la tarde cuando se produce la bajada de bandera. Es un ritual que se lleva meticulosamente a cabo todos los días, participa la policía y monjes. Según me comenta Dorji, nadie, excepto los monjes que llevan la bandera sabe en qué lugar está custodiada. Mientras tanto no tienes acceso al recinto y las fotos las tienes que hacer desde detrás de una valla.
El Dzong que vemos no es el original. En 1216 el Lama Gyalwa Lhanangpa construyó el Dho-Ngen-Dzong (Piedra Azul Dzong) en lo alto de una colina donde ahora se encuentra el Dechen Phodrang. En 1641, Shabdrung Ngawang Namgyal adquirió el Dzong a los descendientes del Lhama Phajo y fue renombrado con el nombre de Trashi Chhoe Dzong (Fortaleza de la gloriosa religión).
Shabdrung fue quien albergó el cuerpo monástico y funcionarios bajo el mismo techo. Al quedarse pequeño construyó otro Dzong para el funcionariado en el valle. En 1744-1763 fue ampliado para volver a acomodar a civiles y monjes.
El Dzong original sufrió un incendio en 1771 quedando abandonado. En 1866 el nuevo Dzong también sufrió un incendio y en 1897 la torre central de 5 pisos quedó muy dañada por un terremoto y reconstruida en 1902. Cuando la capital se traslada de Punakha a Thimphu en 1962 el rey Jigme Dorji Wangchuck comenzó un proyecto de cinco años para renovarlo y ampliarlo de la forma tradicional, sin utilizar clavos ni planos. El Dzong tiene dos entradas en su parte este, la más al sur está limitada a los visitantes y la del norte lleva al monasterio.
Entras a un patio que no deja de asombrarte por sus dimensiones, sus ventanas y puertas pintadas e infinidad de detalles. Es la fortaleza más grande de Bhutan y donde se celebran los festivales de máscaras a finales de septiembre. Es una gozada situarse en cualquiera de sus esquinas y observarlo tranquilamente.
Esa noche tocaba cena en el hotel River View, no había nadie en el restaurante, así que me libré del bufe. Lo único que tienes que pagar es la bebida y el precio de la cerveza fue de 2,60 euros, para el nivel de vida de ellos es bastante cara pero no hay que olvidar que son de 600ml.
Una vez terminada la cena pedí en recepción que me abriesen la terraza del hotel y así tener una magnifica vista nocturna de la capital.