Visitando los alrededores de Mandalay
Inwa desconectada de las carreteras por ríos y canales y Sagaing hogar de 500 stupas además de monasterios y conventos es una visita obligada cuando se visita Mandalay.
En una barcaza nos pusimos en marcha por la mañana, nos dirigíamos a Inwa (boca del lago) que fue capital del reino Birmano casi cuatrocientos años (1364 a 1841). Anteriormente al 1364 Sagaing era la capital del reino bamar central.
En la barcaza, que por cierto no era muy grande transportaron todo tipo de mercancías y hasta motos, además veíamos que había agua en el fondo de ella, pero nos decían que era segura, cosa que nos hacía dudar mucho, pero no había otra forma de llegar. Una vez desembarcamos el siguiente trayecto se hizo en coche de caballos porque es el único medio de transporte que hay entre monumento y monumento, fue divertido pero el cuerpo se resintió de tanto bache.
Inwa significa en palí Ciudad de las gemas, Tadanabon en birmano. En el extranjero se le conoce como Ava.
Visitamos el monasterio Bagaya Kyanung que data de 1834 y hasta la fecha no ha sido reformado. Construido todo en teca y se sostiene sobre 267 postes de madera, el mayor mide 18 m de altura por 2,7 de diámetro.
También estuvimos en la escuela del monasterio. Sobrecogedor ver a niños sentados en el suelo sentados ya que carecían de muchas cosas o de todo, pero nos miraban con una sonrisa tierna. Pensaba yo en los niños de mi país y en su insatisfacción permanente.
Cerca del monasterio había un poblado que quise visitar y Kyaw Minn, nuestro guía me dijo que no se podía, le pregunté por el cual era el motivo y me contestó que el estado no quería que se visitase ya que en él vivían gente muy pobres. Le contesté que si había pobreza el mundo exterior lo iba a saber igual, con fotos o sin fotos que estaban las palabras para contar lo que veíamos. Pero al final no pude acceder al pueblo. Yo empecé a comprender con el miedo que vivían la gente allí, pues me daba cuenta los lugareños no se te acercaban como en otros países, solo lo hacían para venderte algo y nada más.
Seguidamente nos dirigimos a la torre inclinada de Ava, bastante dañada por un terremoto en 1838 y lo único que queda del palacio que construyó Bagyidaw. Mide 27m de altura y es de mampostería.
Después visitamos el Maha Aungmye Bonzan o también conocido como Me Un Ok Kyaung, este monasterio construido de ladrillo y estuco en el 1822 por la reina de Bagyidaw para su abad real U Bok. El terremoto de 1838 también lo dejó muy dañado y una de las esposas del rey Mindon lo restauró en 1872.
Me gustó mucho, a pesar en el lamentable estado que estaba, tenía algo especial que no puedo explicar. Le comenté a nuestro guía que era muy bonito para que no lo cuidasen o restaurasen, y aquí fue la primera vez que el hizo un comentario que realmente me sorprendió “el estado solo se preocupa de ellos mismos”, parecía que iba tomando confianza hacia nosotros y se daba cuenta que no éramos periodistas.
Al medio día nos fuimos a Sagaing, donde visitamos una fábrica, si se le puede llamar así, donde los hombres trabajaban la plata, todo artesanal. Antes de ir a almorzar tuvimos tiempo para pasear por el mercado donde realmente entras en contacto con sus vidas y costumbres.
Sagaing es hogar de 500 stupas, más monasterios y conventos, unos 6000 monjes y monjas se reparten entre sus lugares religiosos. Lugar donde acuden los budistas en Myanmar cuando están estresados (me imagino el que pueda costeárselo). Está situado en la ribera del río Ayeyarwadi, enfrente de Inwa. Se convirtió en la capital de un reino shang independiente sobre el 1315.
Visitamos el U min Thounzeh (que significa 30 cuevas) pero que luego no hay cuevas, con 45 imágenes de Buda en una columnata en forma de media luna y el Ponya Shin Paya con una imagen de Buda de 29,30 metros y una decoración de azulejos vidriados, fue construida en 1312. Desde la Ponya Shin hay unas vistas magnificas de bosques frondosos salpicados por cientos de stupas y al fondo el rio Ayeyarwady.
Por último visitamos un colegio de monjas budistas. Sus túnicas son de color rosa. Fue la primera vez que visité un colegio de monjas y realmente me dio mucha pena ver las niñas tan pequeñas dedicadas a la vida monástica, pero siempre hay que pensar que para ellas es una forma para acceder a los estudios y sobre todo a un plato de comida diario.
Para hacer fotos en los monasterios estás obligado a pagar y hay que descalzarse por completo, con lo que conlleva a buscar sombras para no quemarte los pies, dependiendo siempre de la hora que lo visites.